La segunda parte del debate a cuatro (PP, Ciudadanos, Podemos y Psoe) celebrado ayer, este en Atresmedia, fue diferente. Aunque se suele decir que segundas partes nunca son buenas, en este caso, bien pudiera matizarse dicha afirmación.
Los contendientes mostraron caras diferentes:
Un Pablo Casado más incisivo en sus aseveraciones, sin estar a «verlas venir» como en el primer debate; un Rivera continuista respecto al primer debate, del que había sido claro ganador y que en ocasiones, quizá por rabia contenida, se trababa en sus comentarios. Un Pablo Iglesias, esta vez, vestido de una manera más acorde continuaba pidiendo moderación y que, de nuevo, quiso ser ninguneado por el partido socialista. Y un Pedro Sánchez, que consiguió «sacar de sus casillas» a Casado y a Rivera, en ocasiones, y que, claramente mintió a los españoles al negar pactos con los independentistas catalanes, tanto en su investidura o durante su Gobierno, como si después del 28A puede llegar al Gobierno con sus votos.
Lo que sí quedo claro es que Sánchez, por lo menos, de momento, no quiere a Rivera para pactar y, si que quiere al resto, y no tiene ningún reparo en pactar con asesinos. La de veces que los nombró.
Por fin, se debatieron temas como el educativo y el sanitario. Pero no mostraron los candidatos nada nuevo, o lo que es lo mismo, cada uno a lo suyo.
En un debate demasiado largo en el tiempo, pero que mostró en algunos candidatos otra cara y que siguió demostrando que la mentira es patrimonio de algunos y que, lo que verdaderamente importa es el poder por el poder, cueste lo que cueste.