Los mozos, los primeros con experiencia propia sobre el terreno que declaran ante la sala, han descrito la «agresividad y violencia» contra los agentes
Dos integrantes de delegaciones que viajaron a Cataluña el 1-O han negado ser observadores internacionales que tratasen de validar los resultados, aunque una ha admitido que el Diplocat, financiado por la Generalidad, corrió con los gastos de los salarios y las dietas de los 12 miembros de su equipo.
En la jornada de hoy, el Tribunal Supremo se ha adentrado en la supuesta internacionalización del «procés», sustentada en parte por la llegada de expertos que la Fiscalía considera «observadores internacionales», que fueron pagados con dinero público, lo que daría cobertura para justificar el delito de malversación.
Pero tanto el exparlamentario regional alemán Bernhard von Grünberg como la política neozelandesa Helena Catt, pertenecientes a dos grupos diferentes que actuaron el 1-O como supuestos observadores, han querido dejar claro que su misiones «no eran en absoluto» la de observación o validación de la votación, pese a que el Govern de Carles Puigdemont los presentó así ante la prensa.
El primero ha explicado que su grupo se limitó a asistir «sin partidismo», por su «mero interés político y personal», en el proceso entre Cataluña y España, mientras que Catt, que fue una de las observadoras acreditadas por la Sindicatura Electoral de Cataluña y lideró el Election Expert Research Team, ha afirmado que su objetivo era «elaborar una investigación sobre el contexto catalán».
Con todo, han reconocido que fue el referéndum lo que motivó su interés por contactar con el Diplocat para viajar a Cataluña.
De hecho, el alemán se desplazó dos días antes a Barcelona, donde fue testigo de lo sucedido en varios centros electorales junto a un grupo de parlamentarios europeos que asistió por iniciativa propia.
Mientras, la neozelandesa llegó el 4 de septiembre y pasó más de un mes con un equipo de 12 personas, alguna de los cuales estaban en Cataluña desde julio y agosto, aunque ella no sabe lo que ocurrió el 20S, a pesar de que su trabajo se centraba en observar los eventos más importantes y destacables que ocurrieran en ese tiempo.
Y aunque el político alemán ha destacado que siempre dejó claro al Diplocat que para él «era muy importante sufragar los costes a título personal» para mantener su independencia, Helena Catt sí que ha reconocido que el organismo pagó todos los gastos de salarios y dietas, lo que contradice la versión del exjefe de Diplocat Albert Royo, que limitó los pagos a las dietas y nada dijo de honorarios.
Pero Catt ha asegurado que cada uno de los 12 miembros de su equipo facturó de forma «autónoma e independiente» a Diplocat por sus honorarios, que solo en su caso fue de 8.000 euros de salario con las dietas al margen, que cobró por transferencia bancaria.
No obstante, ha precisado que ella fue una de las últimas personas de su equipo en llegar a Cataluña, por lo que los gastos de estos otros expertos fueron mayores porque se pagaba por semanas.
Y aunque no ha detallado cuánto recibió el grupo en total, sí que ha querido dejar claro que todos cobraron en octubre de 2017.
La Guardia Civil aseguró en el juicio que Diplocat pagó unos 170.000 euros al grupo de Helena Catt, cifra que figura en el escrito de acusación de la Fiscalía -salarios (114.592) y dietas (62.712)-, si bien Royo dijo que solo pagaron 40.591 euros en dietas.
Estos dos «observadores internacionales» mantuvieron varios encuentros con Diplocat, altos cargos del Gobierno de la Generalidad y el exconsejero Raül Romeva, aunque han manifestado que disponían de «absoluta independencia» sobre el terreno hasta el punto de que el organismo no tenía ninguna ni capacidad para supervisar su trabajo.
Los mozos describen la «agresividad y violencia» contra los agentes
El tribunal también ha escuchado los testimonios de un guardia civil y dos mossos, presentes en un registro el 20-S, donde la comitiva judicial tuvo que salir por un garaje, tras estar «literalmente» escondidos durante 15 minutos y «a la carrera».
Los tres han relatado un episodio que ya resulta conocido en el juicio. Aquel día, en el domicilio de Joan Ignasi Sánchez, asesor del Departamento de Gobernación, se comenzó a aglutinar la gente hasta llegar a unas 700 personas y la situación fue escalando hasta notarse una «crispación exagerada».
Tanto que la comitiva tuvo que salir «a la carrera» por el garaje del edificio, mientras los mossos, junto con los antidisturbios, simularon hacer un pasillo con seis furgonetas, cortaron las vías, «contuvieron a la masa».
«El detenido, si no le evacuamos, la multitud le pega. El que no le conoce le pega», ha señalado el cabo primero, que ha alabado la actuación de los Mozos: «Actuaron muy bien, la verdad, muy bien, se la jugaron».
También los mozos, los primeros con experiencia propia sobre el terreno que declaran ante la sala, han descrito la «agresividad y violencia» contra los agentes, que recibieron «golpes con cascos, patadas, empujones y puñetazos» y, como consecuencia de ello, cinco resultaron heridos.
Además, han situado en la concentración al entonces teniente alcalde de Sabadell, Juli Fernàndez, quien -según ellos- rechazó ayudar a los Mozos para que la comitiva saliera sin dificultades porque dijo que estaba allí a título personal. NAVARRA INFORMACIÓN /FE