Los ciudadanos se encuentran ya cansados de las poco democráticas maneras del colectivo de taxistas. Son un colectivo que se ha quedado en el pasado.
Hoy muchos taxistas solo esperan que les venga el cliente. No van a buscarlo. Hoy, en este mundo donde ya las tecnologías dominan parte de nuestra vida, la típica bajada de bandera ha quedado relegada a Internet, por ejemplo.
Alternativas como Uber o Cabify empiezan a imponerse frente a los modos tradicionales de contratación de viajes, a corta y a media distancia.
Toca renovarse o morir. Lo que no puede hacerse es imponer políticas por la fuerza, que es lo que parece que quiere imponer quienes actúan en nombre de todo el colectivo de taxis.