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El PSx tiene un problema

Ya sé que lo que está de moda es meterse con Vox, pero ya me perdonarán si prefiero dejar que se descalifiquen solos. No necesitan mi ayuda.

Hay otro partido (o conjunto de partidos) que me preocupa más. Son los restos del PSOE. Lo que fue un partido de centroizquierda nacional se ha convertido en un mosaico de oportunismos con una enorme capacidad para hacer daño a los que les votan y al resto de los españoles.

Respeto enormemente a muchos socialistas. Creo que su preocupación por el progreso equilibrado con desarrollo social e igualdad es encomiable, aunque sus herramientas estén obsoletas. Su papel en la Transición fue fundamental. No voy a defender el gobierno de González (que acabó hundido entre la corrupción y el amiguismo) ni el de Zapatero (sobornando a cada grupo de presión sin mirar el coste), y del de Sánchez mejor no hablemos. Pero, como consultor en distintas administraciones, he conocido a cargos socialistas trabajando con vocación y cordialidad para mejorar las cosas. No brillaban por su competencia técnica (es lo que tienen los políticos de carrera) pero sí tenían muchas prioridades en su sitio.

Pero hemos pasado de simple amiguismo, corrupción e incompetencia a algo bastante peor. A partir de Zapatero, el PSOE se ha infectado de sectarismo, populismo e hipocresía. Y no lo digo por insultar. Ruego paciencia, y se lo explico.

Desde Zapatero, con su recurso a la memoria de la guerra civil y a la descalificación del PP como “herederos del franquismo”, el rival no sólo se equivoca. El rival ahora es malo. Al rival hay que aislarlo. Con el rival no se dialoga porque no hay nada que hablar, “no es no”. Y al revés, los nuestros son buenos aunque sean incompetentes o corruptos. Esta forma de ver el mundo es el sectarismo, y es tóxica para la convivencia y para la democracia, donde por definición se busca el bien para todos y no la victoria absoluta de un bando.

Zapatero también introdujo (o reintrodujo) el uso masivo de propaganda populista, simplificadora. El “nunca mais” es un ejemplo, pero su campaña para domesticar las televisiones públicas es otro. Hoy hablamos de las redes sociales, pero la “máquina de SMS” del PSOE ya era famosa entonces. Se apoyó en mensajes y elementos que hoy adornan a Podemos, y por el camino los legitimó.

Y Zapatero perdió la vergüenza. Hizo como el PP y aceptó el vasallaje de los nacionalistas catalanes y vascos, los partidos más conservadores de España, entregándoles a cambio la libertad de hacer con la población de esas comunidades lo que quisieran. Rompió el consenso antiterrorista y dio aire a los radicales cuando estaban agonizando.

En algunas comunidades, el PSOE y sus filiales siguieron siendo reconocibles. Pero hace mucho tiempo que en Cataluña, Baleares o Valencia cuesta diferenciarlos de los nacionalistas porque han asumido la tesis de que los territorios tienen derechos e idiomas, y las personas pasan por el aro de la construcción nacional o son marginadas. En el País Vasco se ofrecen para cocinar con el responsable político de la banda que mató a tantos socialistas, y dejan pasar proyectos de Estatuto que acabarían creando vascos de primera y de segunda (con Bildu a cargo de repartir carnets).

En Navarra no pierden ocasión para hacer ruidos amistosos hacia Geroa Bai, el disfraz del PNV en la comunidad foral. Han apoyado iniciativas como la “ley de abusos policiales”, recurrida por inconstitucional y por pretender formar tribunales paralelos para definir “víctimas” y señalar  “criminales” sin proceso judicial. Han estado dispuestos a gobernar con el voto de Bildu, y en cambio piden que se aísle a Ciudadanos por “antiforal” (algo que ya ni los foralistas creen). Han apoyado a los nacionalistas violentos que pretendían impedir una manifestación en apoyo de los agredidos de Alsasua.

Por supuesto (y siguiendo la táctica que inventaron González y Guerra) defienden a la vez esas opciones y las contrarias: critican Alsasua pero también critican los eventos proetarras de estos días en Pamplona. Tienen un mensaje para cada público, porque no les queda ningún mensaje propio.

En resumen, los PSx se han convertido en simples maquinarias de poder sin programa concreto ni límites éticos claros. No voy a vaticinar su destino electoral. Pero sí pido, a los que aprecian las ideas que representaban, que se piensen si realmente ahora son los abanderados de la democracia y el progresismo que solían ser… o son otra cosa.

Miguel Cornejo (@miguelcornejoSE) es economista, fue consultor para muchas administraciones públicas bajo distintos gobiernos, y hoy es miembro de la junta directiva de Ciudadanos Navarra.

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