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El gobierno del desgobierno y la memoria histórica

Una vez alcanzados acuerdos inconfesables e inconfesados con Podemos y demás tropa, acuerdos que nunca nos fueron aclarados pese a la promesa, una más de un Gobierno que se decía de transparencia y de regeneración democrática, siempre según el PS y su Secretario General Pedro Sánchez; esos acuerdos nos son a la ciudadanía española cada día más traslúcidos y evidentes, pues a pesar del leguaje populista conque disfrazan y adornan sus actuaciones, las mismas no son opiniones sino hechos; véanse los movimientos del presidente con los nacionalistas-separatistas catalanes y vascos.

Todo ello lleva a Pedro Sánchez a unas incongruencias y vaivenes que dan lugar a más bandazos que un vehículo conducido por un individuo ebrio y que no escapan al entendimiento y percepción de los españoles. De estos avances e inmediatos retrocesos no queda ausente la corte de mujeres que le arropan en el gabinete, que más bien parece el baile de la yenka que miembros de un gobierno serio, por aquello de un paso para adelante y dos pasos para atrás. No creo errar si afirmo que fueron colocadas por aquello del cupo y golpe de efecto que, aún no dudando de sus cualidades intelectuales y profesionales, pecan de una bisoñez increíble; no estando ausente de la crítica Borrell, que ha pasado de  protagonizar mítines con Tabarnia a ser condescendiente con los independentistas, llegando a declarar en medios internacionales que Cataluña es una nación y, dándose cuenta del error cometido intentó arreglar el desaguisado, dilapidando así su caudal político, ya en parte menguado cuando aceptó ser ministro en un gobierno apoyado por independentistas, extrema izquierda y pro etarras. De esta guisa, ministras y ministros de este gobierno solo aciertan cuando no hacen algo; es decir, cuando se están quietas y quietos, de ahí que algunas/os pasen desapercibidas/os.

Se viene diciendo que rectificar es de sabios; puede ser, pero entiendo que lo es cuando se rectifica libremente y dándose cuenta del error, no forzado por circunstancias o por los demás; si así fuere, y sobre todo cuando es costumbre, hábito o se convierte en norma, es de ineptos.

La ex socialista, ex por haber sido expedientada y expulsada del Partido, Martu Garrote, tertuliana asidua en las televisiones, refiriéndose a Pedro Sánchez por apoyar el referéndum en Cataluña: “Definitivamente está loco. Pobre PSOE y pobre España”.

No es la única socialista, pues en ideas sigue siéndola, que no entiende el comportamiento de Sánchez; así su compañera de Partido, y sospecho irreconciliable ex adversaria, Susana Díaz, dijo en una entrevista en el programa de TV, Espejo Público: “Lo que yo diga hoy se lo digo también dentro de tres meses, yo no doy vaivenes”, en clara alusión a Pedro Sánchez.

Tampoco se quedó en medias tintas el presidente de la Comunidad autónoma de Extremadura, cuando, no mordiéndose la lengua, soltó: “Los cambios de criterio están en el ADN de la trayectoria de Pedro Sánchez, el cambio de opinión lo hemos visto a lo largo del tiempo”. El alcalde de Vigo, Abel Caballero no quiso quedarse atrás en hacer un análisis del comportamiento del sujeto que nos ocupa y preocupa: “Pedro Sánchez va cambiando de opinión de forma continua”.

Además, Sánchez culpa de sus fracasos al gobierno del PP. Dejó dicho John Burroughs que “Un hombre se puede equivocar muchas veces, pero no se convierte en un fracaso hasta que empiece a culpar a otros por sus fracasos”.

“Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia” (Santiago Ramón y Cajal). En este caso no solo

Trata de justificarlos el interesado, sino que le acompañan en el intento sus ministros y sus apoyos políticos.

No dejaré pasar la ocasión en este maltrecho artículo, de hacer referencia al jolgorio que se montan cada cierto tiempo, generalmente previo a cualquiera convocatoria de elecciones, con los 150 años de historia y honradez de su Partido, que aciertan en el cardinal pero no en cuanto se refiere al segundo; más bien todo lo contrario, si repasamos todos sus casos de corrupción desde los tiempos de Felipe González hasta el día de la fecha, y sin querer ser exhaustivos, podemos citar los casos FILESA, MATESA, Taine Spor, Rodán, Fondos reservados, Ave, Pretoria, ERE, Gürtel, Operación Madeja, Mercasevilla, Invercaria, etc. Es el Partido político con más casos de corrupción de sus cargos, medible en su importe y número de corruptos, de España; así podemos decir que cuenta con 320 cargos o exdirigentes investigados por corrupción y a 76 condenados. El PS ingresó con FILESA 29 veces más que el PP con Gürtel. Para que decir con los ERE y Cursos de formación. Por tanto, en corrupción que dejen de ejemplarizar y querer cegar a la ciudadanía como si de borregos se tratara.

El PS cuenta los años de su historia, pero no lo hace de qué forma está jalonada la misma. Actualmente, y siguiendo Pedro Sánchez la estela de su antecesor Rodríguez Zapatero, ha resucitado el viejo y cansino truco de la Memoria Histórica y la exhumación de Franco, empleado cuando se avecinan elecciones o sospechan que pueden ser convocadas, con el fin de que la ciudadanía se olvide de la situación del país que nos está ofreciendo en tan solo poco más de seis meses y medio de desgobierno.

Una de las desvergüenzas en las que había caído Zapatero fue con ocasión del acto en la Moncloa con las víctimas del terrorismo de ETA; se le ocurrió, dejando a todos estupefactos, decir a la madre de Irene Villa, según palabras de la citada y personas presentes, que a él también le habían matado a su abuelo en la guerra civil. Lo que se le olvidó decir al personaje, de tan triste recuerdo, es que no se puede comparar una guerra, injusta o no, civil o internacional, con el asesinato de una vil y despreciable banda terrorista. Cada poco tiempo Zapatero no podía dejar pasar la ocasión de hacer mención del fusilamiento de su abuelo por parte de la derecha fascista. La cuestión se zanjó de raíz tan pronto se aireó a que se debió ese fusilamiento. El Capitán Lozano, el famoso abuelo, reprimió la revolución socialista de 1.934 de los mineros en Asturias, defendiendo a un gobierno de derechas, en la que murieron más de 1.000 personas. Dos años más tarde, habiendo estallado la guerra civil, volvió a León, siendo socialista y republicano; apresado, fue fusilado por los llamados nacionales, pero pudo haber muerto defendiendo a la derecha y a manos de la izquierda cuando fue herido por los mineros en Asturias dos años antes.

Tanto Rodríguez Zapatero como Pedro Sánchez más bien debieran tener callado o disimulado el pasado de esos 150 años de historia del PS, ya que recordando lo que quiere y favorece políticamente, olvidando o desmemoriando a propósito los atropellos y asesinatos cometidos antes y durante la guerra civil por la izquierda; si ya antes eran conocidos pero no publicitados permanentemente por la derecha debido a su complejo de culpa; ahora con el autobombo de “su” Memoria Histórica, se airean los mismos y aquellos que no quisieron saberlos, forzosamente los conocen ahora.

Nunca debiera la izquierda agitar de forma continuada y partidista las desgracias y crímenes cometidos en la contienda civil, ya que el daño causado y asesinatos cometidos anidaron en ambos bandos, quizá más en la izquierda que en la derecha. Ninguna puta se lo llamó a otra.

Son famosas las frases del demócrata socialista Largo Caballero; así: “Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo preferimos la anarquía y el caos”. O aquella otra: “La clase obrera debe de adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución”. Y esta otra que es un ejemplo de democracia: “Estamos decididos a hacer en España lo que se ha hecho en Rusia. El plan del socialismo Español y del comunismo Ruso es el mismo” (El Socialista, 9 de febrero de 1936).

No le quedaba a la zaga otro demócrata convencido como Indalecio Prieto, un socialista terrorista que llevaba pistola a las Cortes: “Hágase cargo el proletariado del Poder, y haga de España lo que España merece. Para ello no debe titubear, si es preciso verter sangre, debe verterla”. Naturalmente, la sangre del proletariado, no la suya, la de su familia o la de sus compinches.

Qué decir de la ponderada y heroica Dolores Ibarruri, alias La Pasionaria, el icono, junto con Santiago Carrillo, del PCE, que no se quedaba atrás en sus desmanes verbales; es de todos, al menos de muchos, conocida la macabra frase “Más vale ejecutar a cien inocentes a que escape un solo fascista vivo”. No menos detestable fue la que pronunció en el Congreso después de oír el discurso del Diputado Calvo Sotelo: “Este es tu último discurso”. Así fue; lo asesinaron.

Tal estaba el patio de los provocadores e incitadores de una acción armada, que hasta el que fue el último presidente de la II República, Manuel Azaña, llegó a decir: “No quiero ser presidente de una República de asesinos”, o “La guerra está perdida; pero si por milagro la ganáramos, en el primer barco que saliera de España tendríamos que salir los republicanos, si nos dejaban”.

Esto y mucho más sucedía como prolegómenos, salvo las frases de Azaña, que serían posteriores al golpe de Estado, no del General Franco, como le gusta pregonar a la izquierda, sino del General Mola. Curiosamente Franco no estuvo detrás de la trama golpista, si bien se unió posteriormente y fue el gran beneficiario políticamente hablando, del golpe militar, al establecer al finalizar la contienda una dictadura que duró 36 años.

La versión que el PS y el PCE durante los últimos 43 años y ahora recientemente Podemos y afines, es que la represión y asesinatos durante la guerra civil fueron ejecutados por los franquistas, adolece de veracidad, ya que tales actos son imputables a ambos bandos. Así y siguiendo a Enrique de Diego; nada más producirse el alzamiento militar, en la España republicana se desata un furor represivo mediante las checas, grupos de asesinos del Frente Popular, que dan “paseos” y hacen simulacros de juicios – juicios populares – que decretan sentencias de muerte ejecutadas en descampados de los alrededores de Madrid (Casa de Campo, Hipódromo, Boadilla del Monte). La UGT aportaba buena parte de los asesinos. Este terror socialista estaba coordinado por el ministro de la Gobernación, Angel Calarza Gago, militante del PSOE.

Tan brutales fueron las torturas de los prisioneros que el anarquista Diego Abad de Santillán, dice lo siguiente en Por qué perdimos la guerra: “Uno de los aspectos que más me sublevaba era la introducción de los métodos policiales rusos en nuestra política interior. Las torturas, los asesinatos, las cárceles clandestinas, la ferocidad con las víctimas, inocentes o culpables, estaban a la orden del día (…) Lo ocurrido en las checas comunistas de la España republicana cuesta trabajo creerlo”.

Una vez producida la sublevación militar, aquellas palabras que en un principio pudieran, que no lo eran en realidad, parecer soflamas políticas macabras, se empezaron a hacer realidad; unas veces espontáneamente por milicianos y otras amparadas, cuando no impulsadas por el gobierno republicano.

Hagamos un pequeño, a modo de ejemplo, repaso de las barbaridades del bando republicano, que no se debe de negar que no las hubo también en el lado sublevado o golpista, pero durante estos años de democracia la derecha calla mientras que la izquierda se hace la victima para convencerse de ser los buenos convirtiendo a la derecha en mala.

Cuando el barco Jaime I llegó a Cartagena el 13 de Agosto de 1.936, su marinería contagió a las demás dotaciones y a la guarnición militar; esa misma noche, diez oficiales fueron fusilados en un callejón. Al día siguiente fueron asaltados dos barcos-prisión, el Sil y el España nº. 3, fueron conducidos a alta mar y allí los detenidos, muchos de ellos militares, fueron asesinados y arrojados al mar. Al mismo tiempo en tierra algunas personas destacadas de derechas fueron “sacadas” de la cárcel y asesinadas en la carretera de Murcia.

En la noche del 13 de Septiembre del mismo año, un grupo de milicianos, ejecutó a la mayoría de presos, 93, que se encontraban encarcelados en el castillo de Ibiza. El día 18 de Noviembre en Menorca fueron sacados 50 presos del buque-prisión Atlante, la mayoría de ellos religiosos y militares y fueron asesinados. Al día siguiente un pelotón de artilleros fusiló a otros 22 presos, 15 de ellos religiosos.

En Bilbao, el 4 de Enero de 1.937, el barco-prisión Alfonso Pérez fue asaltado y 155 detenidos derechistas fueron asesinados.

En relación con todos estos hechos, Gamel Woolsey, esposa de Gerald Brenan, explicaba así las represalias a los bombardeos aéreos en su obra ‘Málaga en llamas’, publicada en 1.939: “El odio alcanza cotas muy elevadas durante los ataques aéreos, especialmente por la noche. (…) La bomba cae y siega la vida de sus inocentes víctimas; después el pueblo soliviantado reclama su deuda de sangre. La misma historia siempre: la gente del barrio se exalta y se dirige a cobrársela a las cárceles, donde a su vez aniquila a cuarenta o cincuenta de entre un centenar de infelices almas, la mayoría tan inocentes como los niños exterminados por las bombas”.

Durante la batalla de Madrid las represalias se produjeron el 6 de Diciembre de 1.936 en Guadalajara después de un bombardeo que causaron 18 víctimas mortales, civiles y milicianos asaltaron la cárcel y asesinaron a todos los presos derechistas, cerca de 280 personas.

La sucesión de actos criminales por parte de grupos de izquierda que en ocasiones incluyen al gobierno de la república; el cálculo de asesinados oscila entre los 85.000 y los 170.000, incluyendo a más de 6.800 religiosos católicos.

En Cabeza de Buey (Badajoz) fueron asesinadas 113 personas por los republicanos.

Pero la mayor matanza perpetrada en la guerra civil española se produjo en Paracuellos de Jarama; los republicanos asesinaron a sangre fría a varios miles de españoles inocentes. Esta matanza ha quedado ligada para siempre a un hombre, Santiago Carrillo Solares, el más famoso de los responsables de aquellos crímenes, pero no el único. Manuel Muñoz Martínez, Segundo Serrano o Mihail Koltsoy tuvieron un protagonismo próximo al de Carrillo, a la sazón, con 21 años, Consejero de Orden Público.

El 7 de Noviembre de 1.936, de madrugada, comienzan las temidas sacas en autobuses de dos pisos, para dar comienzo los asesinatos.

En el número de víctimas no se ponen de acuerdo los historiadores, pero si coinciden en que tanto Santiago Carrillo como José Miaja sabían lo que estaba pasando y no hicieron nada para impedirlo.

Sin haber sido, ni muchísimo menos, exhaustivo en la narración de los desmanes de los republicanos, los de la derecha lleva la izquierda tiempo aireándolos; podemos aseverar que a cada bando le cupo lo suyo y como dejó dicho Diderot: “Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota La Verdad que nos amarga”.

¿De qué clase de Memoria Histórica nos están hablando o nos quieren hablar?; ¿Alguien puede imaginarse lo que ocurriría si la guerra civil la hubieran ganado los republicanos? Mejor no  imaginarlo.

 José F. Feijóo Carrasco, profesor y ex secretario de Ayuntamiento

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