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La muga de Erripagaña (y lo que necesita Navarra)

Me van a perdonar (espero) que hoy no hable de las elecciones andaluzas, pero es que ya hay quien se ocupa de ello. Y parece que de cosas que quedan mucho más cerca de casa no queremos ocuparnos.

Como ejemplo, si no les importa, tomaré el barrio de Erripagaña, que se extiende entre cuatro municipios (Pamplona, Burlada, Valle de Egüés, Huarte) y ya pasa de los 6.000 habitantes.

Erripagaña tiene una historia curiosa. Es un barrio reciente (tan reciente que está sin terminar) y que, sobre el papel, tiene de todo: colegios, polideportivo, centro de salud, parques, recogida neumática de basuras, y hasta cuatro fuerzas de policía.

El problema es que no es verdad. Cuando se planeó, las promociones inmobiliarias eran un filón para los ayuntamientos. Pero estalló la burbuja y el negocio cayó en picado, arrastrando los ingresos municipales. Y encima, ahora hay que dar servicios a todos esos nuevos habitantes. Y éso ya no hace tanta gracia.

Quizá por éso, en Erripagaña no hay escuela 0-3 (para qué hablar de otras) ni polideportivo, ni centro de salud (se desvía todo a Sarriguren, ya saturado) ni dinero para poner vallas en torno a los parques infantiles que lo necesitan, para poner los que faltan, o para mantenerlos en condiciones. Quizá por éso no se ilumina el paseo del Arga (una zona de riesgo seria), ni se promueve el desarrollo del solar “de uso comercial” del área. Quizá por éso no funciona la recogida neumática (inaugurada en 2011) ni las líneas de autobús permiten una comunicación razonable con los centros de Burlada o de Pamplona. Tampoco hay un paso elevado sobre el vial de Areta, para comunicar a Erripagaña con la Ciudad de la Innovación evitando sustos a peatones, ciclistas y coches. Por esa causa o por otras, ni las mancomunidades ni los ayuntamientos ni la comunidad foral están invirtiendo como deben (porque los planes son normas, no sugerencias).

Burlada puede decir que no tiene dinero. Pero tres años después de que llegara al gobierno una coalición de nacionalistas y Podemos, tampoco tiene un plan de viabilidad. Tampoco tiene un plan de inversiones para solucionar el problema. Tampoco hace el menor esfuerzo por aumentar su base fiscal desarrollando la zona comercial y promoviendo el comercio y la industria en la ciudad. No, las prioridades son “sociales”. “Menos policías y más asistentes sociales” para que, casi cuatro años después, el informe de Burlada Pobreza Cero refleje que no hay cambios significativos en la pobreza. Pero sí los hay en la seguridad y la limpieza. A peor.

Esas decisiones municipales, movidas por ideología y no por necesidades ciudadanas, son las que llevan a que no haya dinero para mantener parques infantiles y sí haya dinero para fomentar el euskera en una población en la que es marginal. Que falten escuelas 0-3 pero se hable mucho (y a cargo del presupuesto) de empoderamiento. Que se hagan referéndums sobre zona lingüística y no se haga caso de lo que piden las asociaciones de vecinos.

Pamplona, quizá por los mismos motivos, prefiere hacer concursos para reinventar los Caídos antes que construir los servicios prometidos en su zona.

Se puede decir, y es cierto, que la financiación de los municipios navarros necesita reformarse. Como es cierto que no lo han hecho ni los gobiernos anteriores ni el actual. Porque el problema no es falta de dinero, sino su mal uso sistemático. La reforma de la administración local que intentan poner en marcha sigue sin resolver los problemas reales: qué servicios van a mancomunarse, quién es responsable de qué, y cómo se asegura que éso signifique un ahorro.

El fondo de desarrollo municipal del gobierno foral está para financiar proyectos “donde se necesitan” (el criterio es el dedo del gobierno foral). Durante estos últimos tres años, el gobierno foral ha gastado más de 1000 millones de euros más que en el periodo anterior, pero no ha alcanzado para dotar de infraestructuras básicas a los barrios en los que se concentra cada vez más la población navarra. De acuerdo con Institución Futuro, tampoco ha dado para mucho más que sueldos públicos y renta básica: ese enorme gasto no se ha traducido en una mejora proporcional de los servicios.

Pero no todo es falta de dinero. No tiene sentido que en zonas como Erripagaña haya cuatro ayuntamientos competentes y una muga para los servicios. Cuando los policías de un ayuntamiento no intervienen en un accidente una manzana más abajo porque es de otro municipio, el problema es de fondo. Seguimos poniendo conveniencias políticas por encima de la seguridad de los ciudadanos, como con el 112, que sigue sin integrar a todas las fuerzas de policía (y de hecho, sin saber dónde está cada una de ellas en cada momento para saber a quién dirigir al problema). La comarca de Pamplona necesita una reforma que permita que exista, de hecho, una sola zona metropolitana, y Navarra necesita una Ley Foral de Policías pensada con la cabeza y no con la ikurriña.

Y hay más. Los planes de intervención que dieron lugar a Erripagaña tienen rango normativo, pero se están ignorando. Algo que es demasiado común en Navarra, donde demasiados alcaldes olvidan que la ley está para todos. Asirón ignora los dictámenes del Tribunal Administrativo de Navarra o los recurre hasta agotar la legislatura, mientras en Burlada el Ayuntamiento hace la vista gorda ante actos ilegales de homenaje a criminales etarras. La mitad de las resoluciones del Defensor del Pueblo son rechazadas por este gobierno. Y cuando el Tribunal de Cuentas recomienda cambios, no tiene mucho más éxito.

El problema no lo ha creado el gobierno actual: los planes son anteriores y la falta de previsión y de inversión también. Pero el gobierno actual (sea foral o municipal) tampoco ha hecho lo suficiente para corregirlo.

Erripagaña es un síntoma, y no el único, de que Navarra necesita otro tipo de cambio. Uno que obligue a hacer las cosas con mucha más transparencia y sentido común, a tomar las decisiones necesarias para el bienestar de los vecinos y no las que apetecen a los ideólogos, a pensar en el futuro y no en las clientelas. Que aborde reformas de calado pensando no en beneficiar a unos pocos sino en construir un futuro mucho mejor para todos.

Necesita reformas en la administración pública, en las políticas sociales, en la ley foral de policías, en la financiación municipal, en la educación infantil, en la política industrial, en la fiscalidad y en demasiadas cosas para enumerarlas aquí. Necesita escuelas de 0-3 allí donde hay población que la necesite, necesita un sistema de transporte completo y bien pensado que conecte los municipios, necesita fomentar las inversiones y el desarrollo que garanticen el futuro y la capacidad de mantener los servicios de los que los navarros estamos tan orgullosos. Necesita farolas a orillas del Arga, y que no haya mugas en Erripagaña. Lo que se viene llamando buen gobierno.

Miguel Cornejo (@miguelcornejoSE) es economista y miembro de la junta directiva de Ciudadanos Pamplona

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