Fachada del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). EFE/Archivo
El paso atrás llevado a cabo por el juez Marchena dignifica a una Justicia tan defenestrada últimamente y «saca los colores» a la clase política de este país.
Una clase política empeñada en controlar a un Poder Judicial que si todo fuera como tuviera que ser, habría enviado a una parte importante de esta clase política a la cárcel.
El whatsapp del señor portavoz del Partido Popular en el Senado, señor Cosido, ha sido como «la gota de agua» que se ha sobrado el vaso y que ha hecho «saltar por los aires» la estrategia de la clase política.
No extraña que el señor Marchena se haya marchado de la carrera por presidir el máximo órgano de los jueces. Resulta intolerable que haya un Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), encargado de velar por la administración de una Justicia imparcial para todos y que sus miembros sean elegidos por los partidos políticos en un pacto «vergonzoso».
La actitud del líder de los Populares, señor Casado, sorprende, en lugar de pedir responsabilidades a su portavoz en el Senado, no tiene otra ocurrencia más que hablar de tiempos pasados y de una reforma en el proceso de elección de estos magistrados que hoy resulta inviable al no contar con una mayoría suficiente y que bien pudiera haberse hecho cuando el Partido Popular, en tiempos de Rajoy, tenía mayoría absoluta.
La regeneración de la que tanto hablan los políticos, bien pudiera comenzar, por ejemplo, con la elección y selección de los miembros del CGPJ. Más independencia y menos control político.
