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La derecha sí tiene alternativa… si las cloacas no lo impiden de nuevo

Asistía el jueves de la semana pasada a una nueva sesión del ciclo que con la denominación El Necesario Fortalecimiento de España, vienen organizando desde Enero de 2017 las Fundaciones Villacisneros y Valores y Sociedad, esta vez la segunda dentro del epígrafe “Un nuevo frente popular”, que en esta ocasión versó sobre “Sus antecedentes históricos y sus fundamentos”, bajo la batuta de Jaime Mayor Oreja, la intervención del director de ABC, Bieito Rubido y la docta visión histórica del Presidente de la Fundación Ortega y Gasset, José Varela Ortega, en un salón de actos de la Mutua Madrileña Automovilista casi lleno, aunque no tanto como en la sesión anterior: “Su gravedad y naturaleza” del pasado 3 de los corrientes, en la que el famoso comunicador de las mañanas radiofónicas, Federico Jiménez Losantos, acompañado por los periodistas Carlos Cuesta y Hermann Tertsch, lo llenó hasta la bandera, anfiteatro y pasillos incluidos, y se dijo que varios cientos de personas se quedaron en la calle una vez que se completó el aforo.

A lo largo de todo este ciclo que empezara José Mª Aznar hace casi dos años, se viene incidiendo desde diferentes puntos de vista en el “diagnóstico” sobre lo sucedido en los últimos catorce años, fundamentalmente. Muy tarde se ha empezado este análisis a mi juicio, aunque “más vale tarde que nunca”, dice nuestro refranero, pero siempre eché en falta una verdadera convocatoria -salvo el fiasco de VOX en 2014, en lo que no viene al caso extenderse- para una alternativa política seria que recogiera el descontento de los millones de españoles desencantados con la continuidad de las medidas socialdemócratas que, salvo en lo económico, ofrecieron los gobiernos de Mariano Rajoy, en las que ahora no corresponde volver a entrar. Una alternativa que vengo pidiendo desde antes de 2008 -segunda e incomprensible victoria de José Luis Rodríguez-, pero que mi escaso poder de convocatoria y limitados recursos no me permitieron poner en marcha. En la última de estas sesiones se anunció una tercera mesa redonda para tratar de ver lo que “está por hacer” contra este nuevo frente popular instalado en el poder tras la moción de censura del 1J, ahormada por los enemigos de España desde el históricamente traidor Partido Siempre Opuesto a España y su filial catalana del PSC, apoyada y sostenida por el nacionalsocialismo separatista -o sea, nazismo- de ambos extremos, con filoterroristas etarras incluidos y el populismo neocomunista de Podemos y franquicias, verdaderos gobernantes en la sombra. Tercera entrega prevista para después de las ya convocadas elecciones andaluzas del 2 de Diciembre próximo, primer aldabonazo que permitirá ver si la sociedad civil andaluza se enteró de algo sobre el alto riesgo al que se enfrenta España después del asalto al poder por unos pactos que la desastrosa ley electoral española permite, pervirtiendo la verdadera voluntad popular al primar la representatividad de partidos minoritarios de ámbito regional y separatistas.

Mientras esta posible “oferta” de alternativas se conreta y vemos lo que da de sí, se ha presentado una que en mi opinión es la única que podría dar la vuelta a la desesperada situación que la permisividad, los complejos y, en definitiva, el relativismo que por acción directa de unos y omisión cobarde de otros se impuso en gran parte de la sociedad, permitiendo tomar carta de naturaleza a opciones oportunistas y populistas, de uno y otro extremo, o más o menos “centradas” -eso sí, hacia la izquierda-, caracterizadas todas ellas por la mediocridad que ha venido propiciando la laxitud de los sistemas educativos socialistas y la entrega de las competencias en esta materia a los reyezuelos regionales, sin que el Partido Popular, con sus dos mayorías absolutas, fuera capaz de revertirlo.

Como los lectores que me conocen habrán adivinado, me refiero a este nuevo PP que, tras un proceso de primarias que deparó un resultado imprevisible en una primera valoración, nos ofrece un mensaje que muchos estábamos echando en falta en una opción liberal conservadora de verdad, tan necesaria y echada en falta en España en las últimas décadas, fuera del mero discurso. Lo que parecía un pulso entre las dos mujeres más poderosas a uno y otro lado del Presidente del Gobierno y del partido, Soraya Sáenz de Santamaría -Vicepresidente- y Mª Dolores de Cospedal -Secretaria General, por la que yo, de haber sido afiliado me hubiera inclinado (no sé si también arrepentido ya de haberlo hecho)-, se decantó por un duelo entre la primera y el joven Pablo Casado y acabó -gracias a Dios y por holgada mayoría- con la que hubiera sido a mi juicio la sepulturera definitiva del PP, que desperdició la última oportunidad que tuvo para recuperar la confianza de su potencial y descontento electorado con su pésima gestión durante la intervención light de Cataluña, que ella hizo que fuera aún más leve de lo que ya se podía intuir con el “diálogo sin fecha de caducidad” de su jefe, cuyos detalles ya he dejado escritos en no pocas ocasiones y no viene al caso repetir porque, como dice en sus discursos el nuevo Presidente, desde el que pronunció de manera impecable el día de su victoria el pasado 21 de Julio, “Hay que pensar en el futuro”.

Desde ese primer día, en su intervención previa a la votación final y en la siguiente como Presidente electo del partido -ambas interiorizadas y no leídas como su oponente-, Casado empezó a disipar la única duda que yo tenía al considerar que le venía mejor un periodo como número dos de la hasta ese momento Secretaria General, su posible falta de experiencia personal dada su juventud, pese a llevar unos años en un “segundo” nivel de la política. Desde entonces y en no pocas ocasiones ya, en estos primeros cien días, vengo viendo un discurso directo y ágil, sin papeles y demostrando que lo que dice es lo que piensa -o al menos yo así lo creo- muy parecido a lo que llevo años repitiendo y demandando a los líderes de su partido que, desde un discurso mucho menos rotundo antes de las elecciones de 2008 e incluso de 2011, acabaron en un día a día desmotivador y, salvo en lo económico -y con matices-, más parecido a la socialdemocracia zapaterina heredada que a una gestión liberal-conservadora que la mayoría de sus votantes esperábamos.

No han sido pocas las ocasiones en las que, desde su escaño en el Congreso o desde el atril de la tribuna de oradores, Pablo Casado ha demostrado que tiene bien asimilado un rico caudal de ideas, principios y datos que han puesto contra las cuerdas al “detentador” de un puesto no ganado en las urnas y conseguido a base de mentiras y apoyos de las diversas “modalidades” y versiones de enemigos de España que antes citaba. Unas ideas y principios -y una forma de exponerlos- que en mi opinión y por lo que vengo constatando, han despertado de nuevo la ilusión perdida que llevó a muchos a abstenerse y a unos pocos a refugiarse en otras opciones políticas. Unos cientos de miles -tres o cuatro a lo sumo- en lo que interesadamente se ha querido vender por algunos como el nuevo “centroderecha” cuando nunca dejó de ser lo que fue desde su inicio, pese al “merchandising” del nuevo mensaje liberal y unos pocos miles, votantes de verdad del PP, que lo hicieron en una opción que abortó a los pocos meses de su nacimiento con fórceps, allá por 2014, y que hasta ahora sólo ha servido para que esos votos perdidos hayan permitido coaliciones “frentepopulistas” que nos desgobiernan en algunas ciudades y autonomías, y que ahora unos y otros, prensa e izquierda -en muchos casos términos redundantes-, coinciden en impulsar, tratando de que ese efecto disgregador en la derecha sea mayor. “Divide y vencerás” es el objetivo en el que hay que tratar de no caer, para evitar la dispersión que podría propiciar la continuidad de lo que ya estamos viendo. Una buena muestra es el discurso del pasado 24 de Octubre en el Congreso en el que sin complejos ni papeles, Casado habló de manera antológica durante casi veinticinco minutos en los que, entre otras cosas, acusó al presidente sin escaño de ser “partícipe y responsable de un golpe de Estado que se está perpetrando en este momento en España” -lo que en realidad fue el asalto del 1J- o le recordaba que no era otra cosa que “una réplica de Zapatero, que copia, corta y pega lo que hizo él en su día”, por citar sólo un par de cosas de las muchas que dijo y que invito a escuchar de nuevo -https://www.youtube.com/watch?v=ilGbfGI2IaU-.

Fui testigo el pasado lunes de la renovada esperanza que el nuevo líder del PP ha despertado desde su llegada -incluso José Mª Aznar parece estar en esa línea, aunque si bien no en contra, como parecía en el caso de Rajoy, creo personalmente (y no pocos lo dicen también) que estaría mejor manteniéndose un poco distante del nuevo proyecto-. Asistí ese día a la primera de las sesiones que en el marco del nuevo Foro Madrid creado por el PP madrileño en “un nuevo espacio para el debate y el pensamiento político“, como lo definió el propio Pablo Casado al principio de su  conferencia inaugural, habló bajo el título de “El futuro del centro derecha español”. Durante 37 minutos -y sin un solo papel, como viene siendo su costumbre, ni siquiera  como guión- entusiasmó a un salón abarrotado por varios cientos de asistentes. Empezó desmontando los “cinco tópicos”, dijo, de los que se alimenta el socialismo y el neocomunismo que ahora aparece en este frente popular que nos “gobierna” para desmitificar la supuesta “superioridad moral de la izquierda”, que esta se arroga con tanta ilegitimidad como insistencia, como uno de los objetivos fundamentales del Partido Popular” en el futuro. Así fue desmenuzando que “la izquierda no representa el progreso, sino la miseria”, puesto que después de cada etapa socialista sólo ha habido aumento del paro y ruina en la Seguridad Social, recordando el préstamo que hubo que pedir a la llegada de Aznar en 1996 para pagar la pensión de Diciembre como los ajustes que tuvo que hacer Rajoy en 2012 para evitar la intervención de Bruselas, “que hubiera supuesto un recorte de un 30-40% en las pensiones, como en Grecia, Irlanda o Portugal”. Afirmó después que la izquierda no es feminista como presume, sino “igualitarista y discriminadora”, vistiendo sus políticas de un falso feminismo. Criticó en tercer lugar el falso tópico del ecologismo, recordando que “las grandes catástrofes de la Historia vinieron de la mano del comunismo”. Les achacó después su amparo en el colectivismo, echándoles en cara que con él enmascaran “no hablar nunca de la persona como centro de la política, sino de la ciudadanía o de la gente” de manera genérica. Por último afirmó que “la izquierda no sabe luchar contra la pobreza, sino crearla” y no viene mal recordar aquí la conocida frase de Winston ChurChill: “El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de bienes. La virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de miseria”. Por último insistió en que “el partido se abra y se acerque a la gente, como la sociedad nos reclama” y apostó por una política económica liberal basada en recortar impuestos para conseguir “más crecimiento, más empleo y más gente pagando menos impuestos”, para concluir afirmando que su propuesta de gobierno se basará en el aumento de la seguridad jurídica y ciudadana, en la pluralidad en los medios de comunicación, en la defensa de la propiedad privada y del Estado de Derecho, así como en la protección de la familia, aspectos que “han de ser los principios vertebradores que guíen el progreso y la prosperidad de las naciones aquí, ahora y siempre”, remató.

Ahora falta que, como decía en el título, las cloacas del Estado, que siguen “trabajando” en las filtraciones de conversaciones grabadas, y la doble vara de medir -¿hablamos de la ministra “Lola” Delgado, del astronauta o de los ERE?- de los medios que no supo hacer “plurales” el anterior PP, no acaben torpedeando este resurgir que España necesita como el comer. A la hora de leer esto puede que tengamos alguna sorpresa más al respecto y ojalá otra prueba de la firmeza del nuevo líder azul.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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