La expulsión del PdCat, el partido sustituto de Convergencia y Unión de Cataluña, donde militaba el «corrupto» Jordi Pujol y donde, de momento, milita Puigdemont y compañía, del partido liberal europeo debería marcar la senda por la que se debería andar aquí en España.
Un partido contrario totalmente a los intereses de España que, constantemente, humilla a las instituciones de este país; que tiene en su seno a personas que infringen las leyes, un día sí y otro también; que tiene a corruptos militando en sus filas o que, simplemente, hace apología del separatismo más feroz, no debería permanecer un minuto más en las instituciones.
Desde hace años, España tiene una ley, la Ley de partidos, que antaño ilegalizaba partidos políticos. Partidos que justificaban la violencia terrorista, y no pasaba nada. Ahora hay partidos como el PdeCat, la Cup o Esquerra Republicana de Cataluña, que, como mínimo, emplean la violencia verbal, algunos también la fisica, en sus planteamientos.