Un año más el Debate sobre el Estado de la Comunidad Foral de Navarra ha mostrado dos caras de una misma realidad. Por un lado, la condescendencia de la presidenta Barcos, para la que todo está bien en esta comunidad y, por otro, la de la oposición, mostrando un panorama sombrío, en el que el debate «identitario» prima sobre todo lo demás.
Y es que las posturas son muy diferentes. La del nacionalismo vasco, inmerso en una transformación de la sociedad navarra, en la que todo lo que no sea afín al concepto de Euskalherría, se rechaza; y las del resto, donde unos abogan por unas mayores políticas sociales y otros, con una razón cierta, abogan por el fin de las políticas «identitárias» del nacionalismo vasco.
A pocos meses de las próximas elecciones, ambas posturas intentan demostrar las bondades de sus propuestas. La suerte, no obstante, parece estar echada, aunque ello se podrá comprobar tras la futura noche electoral.