La independencia de la Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Moscú, uno de los principales apoyos del presidente ruso, Vladímir Putin, amenaza con desatar una guerra religiosa entre fieles de ambos bandos.
«Ésta es una gran victoria del pueblo ucraniano sobre los demonios moscovitas, la victoria del bien sobre el mal, de la luz sobre las tinieblas», proclamó el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, después de que el Patriarcado de Constantinopla anulara el «Tomos» (decreto) que subordinaba la iglesia ucraniana a Moscú desde 1686.