Imagen de archivo del río Segura.
- Por José V. Ciordia, historiador
Tal día como hoy, un 14 de octubre de 1651, se producía en Murcia una riada de enormes proporciones denominada la riada de San Calixto.
Eran las tres de la mañana. Comenzaba a llover, pero lo hacía tan fuerte que, para las seis de la mañana, el rio Segura, el Lorca y el Mula y las ramblas de Nogalte y Sangonera se desbordaban e inundaban el campo murciano. A las ocho de la mañana, la riada llegaba a la ciudad de Murcia, arrasándolo todo, dejando a la ciudad convertida en lo que algunos cronistas de la época daban a llamar “un trozo de océano”.
Era tal la fuerza de las aguas que edificios enteros caían bajo el empuje del agua. Conventos como el de las Capuchinas, cuyas monjas tenían que salvarse nadando entre las aguas. La fuerza de las aguas abría una sima en la calle llamada de San Diego. En la Catedral el agua llegaba hasta los púlpitos y el Santísimo tenía que ser llevado hasta su torre más alta, donde durante meses se celebrarían misas.
Casas enteras, con sus ocupantes y ganados incluidos eran pasto de las aguas. El barrio de San Antolín con más de 1100 vecinos quedaba reducido a 250. La parroquia de san Juan veía reducida su feligresía a poco más de 50 vecinos, cuando eran cerca de 400. Se calcula que morirían más de 1000 personas y que habría unas pérdidas materiales, incalculables – cerca de dos millones de ducados-.
El río Segura a su paso por la ciudad de Murcia llegaría a los más de 1700 metros cúbicos por segundo, cuando su límite inundable alcanza solamente los 400 metros cúbicos por segundo y su caudal normal es de 4 o 5 metros cúbicos por segundo.
