Al gobierno de Sánchez no le está quedando otra que llamar al orden al independentismo catalán sino quiere que todo España se le acabe poniendo en contra.
Es tal la cantidad de abusos contra la Ley que se están cometiendo en Cataluña que, o reacciona este Gobierno de una vez o este país se ve abocado a una crisis de proporciones no calculadas todavía.
El día que haya una desgracia personal cometida contra quienes defienden a este país, dios no lo quiera, las lamentaciones serán el pan de cada día de muchos de los políticos que hoy se ponen de perfil frente al independentismo catalán.
El gobierno Sánchez, con 84 diputados solamente, depende totalmente del independentismo y comunismo para gobernar. Y ese es el lastre que tiene, un lastre que le impide actuar -quizá no quiera- con firmeza y que le obliga a pedir dialogo sin parar, pese a que, a estas alturas, el dialogo sobra y debería imponerse la Ley y el orden.
Ya está bien de Torras, Puigdemonts, Urkullus y demás fauna nacionalista que solo busca su provecho y arruinar al país que les da de mamar. Bastaría con hacerlos desaparecer de Madrid y que sus votos no sirvieran para nada. “Querer es poder” ¿Pero se quiere de verdad?