El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez. EFE
La reforma de la Constitución que pide el líder del partido socialista de España, señor Sánchez, por la que retirar los aforamientos de la clase política, presentada en estos momentos, supone una clara cortina de humo que haga olvidar el plagio, la mentira y la sinrazón presentes en la tesis del señor Sánchez y de sus posteriores actuaciones al respecto.
No queda pensar otra opción, ante la anunciada reforma exprés, en 60 días ni más ni menos, de la Constitución de 1978. Dicha reforma deberá contar, además, para su aprobación con los votos del Partido Popular del señor Casado, para alcanzar esos tres cuartos de diputados necesarios para cualquier reforma constitucional. Cabe recordar que la reforma constitucional quedó pactada entre Rajoy y Sánchez en octubre de 2017 a cambio del apoyo socialista al 155 en Cataluña y que debería hacerse en 6 meses (ya se han cumplido).
No obstante, la urgencia embarca a Pedro Sánchez en una huida hacia adelante, en dar titulares que tapen su difícil situación de Gobierno, en clara minoría y totalmente mediatizada su acción de gobierno por los nacionalismos excluyentes, vasco y catalán, que existen en este país.
Se quiere pasar la pelota al tejado del vecino, el PP, para quitarse de en medio responsabilidades. Unas responsabilidades que deberían haber provocado la dimisión del señor Sánchez de forma inmediata. Sin embargo, ahí sigue y ahí pretende desviar la atención, buscando temas que puedan hacer olvidar lo ocurrido.
De otra manera, hoy y por este motivo de retirar «aforamientos», no puede entenderse la petición de reforma constitucional. Una reforma que podría volverse en contra de quien la ha propuesto, porque bien pudiera ocurrir que más de un «desaforado» socialista pudiera ser juzgado de forma exprés como consecuencia de dicha reforma, con consecuencias difíciles de prever entonces. Bueno, también Casado lo sería por su caso del máster, hoy en el Tribunal Supremo.
