La mutación de un solo gen hace unos dos millones de años desencadenó una serie de cambios en lo que finalmente se convertiría en la especie humana moderna, entre ellos la capacidad para correr, según un estudio publicado en Nature.
Al tiempo que se produjo esta mutación genética, los antepasados de los humanos comenzaron a andar erguidos y se produjeron cambios muy rápidos en su biomecánica y en la fisiología del esqueleto que dieron como resultado piernas más largas y elásticas, pies más grandes y músculos más potentes.
Estos significativos cambios potenciaron la capacidad humana de correr largas distancias, permitiendo mejorar sus técnicas de caza para alimentarse, según los científicos. EFE