Ayer dimitía un ministro más del gobierno de Pedro Sánchez. Está vez por las irregularidades en la obtención de un máster. 94 días después de la dimisión del que entonces era ministro de cultura. En este caso por defraudar a Hacienda. Escándalo lamentable en un Gobierno al que, además, la sociedad española, en sus 100 días, le desaprueba y rechaza su gestión.
Pese a todo, lo sucedido ayer debería haber quedado en apenas nada si se hubiera comparado con las declaraciones que hizo “de tapadillo” a un medio de comunicación extranjero el ministro de Asuntos Exteriores, señor Borrell, en las que decía que Cataluña es una nación y en que se deberían haber aplicado otras medidas a los sediciosos, no la estancia en las cárceles. La ministra dimisionaria del máster eclipsó estas declaraciones.
Declaraciones que a nivel internacional oficializan al independentismo catalán y le dan argumentos para continuar con sus protestas y ofensas hacía la Monarquía española y hacía la Constitución.
El señor Borrell debería haber sido cesado fulminantemente por ello. Pero no, ahí seguirá, haciendo todo el daño posible a su país.