A pesar de que las guerras comerciales son negativas para el comercio global en general, la disputa entre China y Estados Unidos dejará un hueco en el mercado agroalimentario del gigante asiático que las empresas españolas pueden aprovechar.
Desde el 6 de julio, Pekín aplica aranceles del 25 % a un total de 545 productos agroalimentarios importados de EE.UU. por un valor total de 34.000 millones de dólares, entre los que se incluyen algunos que España vende también a este país, como la carne de cerdo, frutas o vino.
Según explicaron fuentes de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España (OFECOME) en Pekín, el sector porcino -carne y despojos, y que representa el 50% de las exportaciones agroalimentarias de España a China- «es el que podría notar estas medidas de forma más importante a corto y medio plazo».
España es ya el primer proveedor de carne y despojos de cerdo a este país (con un valor de 393 millones de euros en 2017 y una cuota de mercado del 20%), seguida de Alemania y Estados Unidos (con proporciones del 17,59 % y 13%, respectivamente).
EE.UU. vendió en 2017 a China carne porcina por valor de 253 millones de euros cumpliendo con los gravámenes del 12% para la carne congelada y del 20 % para la fresca que soportaban todos los países de la Organización Mundial de Comercio (OMC) -incluida España- hasta hace poco.
Pero la guerra comercial y la primera oleada de aranceles que aprobó Donald Trump llevaron a Pekín a subir los aranceles a la carne de cerdo estadounidense hasta el 37% para la congelada y el 45% para la fresca.
«Suponiendo que un aumento de precio del 25 % se tradujese directamente en un descenso de la demanda de productos estadounidenses, se puede establecer una cuota de 266 millones de euros que sería el hueco máximo aproximado que los estadounidenses dejarían libre para otros grandes competidores como España», apuntaron en la oficina comercial española.
Esta oportunidad no pasa desapercibida para los exportadores españoles, aunque preferirían que se evitara una batalla comercial.
«Imponer aranceles al comercio de carne internacional es una medida que no afecta positivamente al desarrollo del mercado a nivel global», explicaron fuentes de la compañía cárnica ElPozo, que en los cinco primeros meses de este año ha sido la cuarta exportadora de carne porcina a China con 19,11 millones de euros.
No obstante, esta firma reconoce que esta situación «podría tener un efecto rebote positivo en este mercado, es decir, las exportaciones españolas hacia China podrían aumentar debido a la falta de producto estadounidense», lo que generaría un ligero aumento de precios y una oportunidad de comercializar más las piezas nobles de cerdo.
En el mercado de cítricos también hay oportunidades para España, que entró en China en 2014 y ya es el quinto proveedor tras Sudáfrica, Australia, EE.UU. y Egipto.
EE.UU., con una cuota cercana al 18%, soportará aranceles del 36% para limones y naranjas y del 37% para el resto de cítricos, frente a los del 11 y 12% que asume España.
Además, este mercado interesa por su crecimiento: China importó un 53 % más de cítricos en 2017 que en 2016, mientras que el incremento interanual del primer trimestre de 2018 fue del 52%. En ambos periodos, las exportaciones españolas crecieron más que la media (un 67% y 69% respectivamente), según la OFECOME.
El cítrico español se asemeja al estadounidense en estacionalidad y precio (ambos del hemisferio norte y a 1.220 euros/tonelada), lo que podría convertirlo en un sustituto del norteamericano.
Sin embargo, Rafael Jiménez, exmiembro del centro que la Unión Europea tiene en Pekín para apoyar a sus pymes, cree que los compradores chinos podrían escoger cítricos más baratos, como los egipcios, cuyo precio «es muy competitivo».
Para la fruta con hueso, EE.UU. (segundo proveedor de China) sufrirá un arancel del 50% para los albaricoques y del 35 % para el resto, mientras que España -que introdujo este producto en China en 2016 y es el sexto proveedor- paga tarifas del 25 y el 10%.
En el mercado del vino, el hueco que dejará EE.UU. será inferior, ya que es el sexto país exportador a China, tras Francia, Australia, Chile, España e Italia, y a un precio medio muy superior al español.
Dado el tipo de vino estadounidense, Jiménez cree que será sustituido por el australiano, «aunque Australia tiene sus propios roces con China ahora mismo», advierte. EFE