La imputación de otro alto cargo del gobierno catalán, en este caso su vicepresidente, por los intentos de rebelión del 1-O, hace que la presidencia de Pedro Sánchez, esa que llegó por moción de censura sin que Rajoy dimitiera o convocara elecciones, sea cada vez más difícil.
Obviamente ERC, partido nacionalista catalán, no puede estar contento, uno más de sus afiliados es imputado por la judicatura. Una judicatura a la que se considera responsable de lo que sucede, y que se la interpreta como un arma arrojadiza contra el independentismo.
Pedro Sánchez se las “veía muy felices”. El independentismo catalán le sostenía, más mal que bien, pero le sostenía. Si ahora ya se ve el horizonte, en lontananza, unas futuras elecciones, sólo puede significar que el panorama comienza a velo muy negro el gobierno de Pedro Sánchez.
Al otro lado, una oposición que tiene a uno de sus líderes, Pablo Casado, en una situación de incertidumbre veraniega, a otro con sus hijos recién nacidos y el resto a sacar del Gobierno lo que más se pueda.
¿Habrá elecciones?, ¿habrá una acción de gobierno eficaz mientras dure el Gobierno? o ¿seguirá el Gobierno de la Nación a expensas del independentismo?