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Catástrofe en Hamburgo. Más de 40.000 muertos y 120.000 heridos

  • Por José V. Ciordia, historiador

Tal día como hoy, un 28 de julio de 1943, se producía uno de los bombardeos aéreos sobre población civil considerado como crimen de guerra. Estamos hablando del bombardeo de la ciudad alemana de Hamburgo en plena II Guerra Mundial.

Aquel julio de 1943 hacía calor, el julio más seco y caluroso de los últimos diez años. Quizás los habitantes de Hamburgo no lo sabían, pero Alemania ya estaba perdiendo la guerra. En febrero de ese año la derrota en Stalingrado había supuesto un punto de inflexión.  En enero, en la Conferencia de Casablanca, los aliados declaraban que solo aceptarán la rendición incondicional de Alemania. La respuesta del régimen nazi es el famoso discurso de Goebbels en el Palacio de los Deportes de Berlín en el que declara la Guerra Total ante una audiencia enfervorizada.

En Hamburgo saben de qué va eso de la guerra mejor que en otros lugares de Alemania. Ciudad industrial, ha sido, desde 1940, objetivo de los aviones británicos. Los aliados son cada día más fuertes y quieren acelerar el final de la guerra. Para ello, deciden que además de atacar las fábricas y los nudos de comunicaciones, el objetivo principal es doblegar la voluntad de lucha del pueblo alemán, desarmar la guerra total con la que Goebbels intenta elevar la moral.

Se trata de infundir el terror en el enemigo. Esas noches, Hamburgo tuvo el triste honor de ser la primera gran ciudad arrasada por el fuego, nunca antes se había visto nada igual. Y pocas veces después.

Visto con perspectiva puede ser considerado (como luego Dresde, Hiroshima y Nagasaki) un acto terrorista a gran escala, un crimen de guerra. Se le llamó Operación Gomorra, el nombre ya lo dice todo.

La noche de Hamburgo comenzó a iluminarse el 24 de julio. Los primeros aviones británicos bajan en picado e iluminan con bengalas los objetivos, lo que los alemanes llamaban “árboles de navidad”. Después, el infierno. Casi 800 bombarderos de la RAF (Royal Air Force, fuerza aérea británica) lanzan unas 2.000 toneladas de bombas. Las primeras bombas rompen tejados, puertas y ventanas, agujerean la ciudad; luego viene el azufre de las bombas incendiarias, que origina una tormenta de fuego que se mete por todos los rincones, sin darte posibilidad de escape. Además, tras una primera oleada hay una pausa, en la que muchos ciudadanos salen de sus refugios, intentando apagar los fuegos y auxiliar a los heridos. En ese momento el cielo vuelve a arder sobre sus cabezas.

Durante los días siguientes, aviones estadounidenses bombardean objetivos militares de la ciudad y alrededores, y cuando parece que lo peor ha pasado, la madrugada del 27 al 28 de julio tiene lugar el segundo bombardeo incendiario. Esa noche es aún más calurosa y seca. El aumento de temperatura origina tormentas ígneas, lenguas de fuego de 800º C de temperatura que corrían a 250 km por hora. Antorchas humanas eran atrapadas por pequeños tornados, efecto del oxígeno absorbido por tal cantidad de fuego, una llama que alcanzaba los 2.000 metros de altura en algunos puntos. Las ráfagas de aire caliente prendían los cabellos y arrancaban las ropas. En su momento álgido los vagones del tranvía se fundían, al igual que el asfalto, convertido en una masa viscosa y burbujeante en el que la gente quedaba atrapada. Quienes se tiraban al agua para escapar se cocían en ella. Aquel ataque hacía honor al nombre de la operación, aunque dudo que los autores del episodio bíblico pudieran imaginarse (ni yo, que lo intento explicar ahora) lo que fue aquello.

Desde el aire, lo pilotos notaban el calor que desprendía la ciudad y otros contaron como a seis mil metros de altura podían oler a carne quemada.

Tras eso hubo aún dos noches de muerte más, la del 29 de julio y la del 2 de agosto. La RAF siguió bombardeando indiscriminadamente la ciudad, un castigo bíblico más allá de una operación militar. Una venganza.

Las cifras finales son, como siempre en estos casos, imprecisas. La mayoría de historiadores hablan de 40.000 muertos y más de 120.000 heridos. Algunos testimonios, nos describen una ciudad fantasma y un silencio espectral tras los bombardeos que impresiona aún más que estruendo de las bombas. Se estima que más del 70% de la ciudad fue completamente arrasada.

 

 

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