Si el nuevo presidente del Partido Popular quería dar una imagen de renovación, pero al mismo tiempo de mantenimiento del recuerdo de un pasado más glorioso y de recuperación de la idiosincrasia propia del Partido Popular, con la reunión mantenida en Génova, con el expresidente José María Aznar, ha podido conseguirlo.
Hasta el momento, Pablo Casado está llevando a cabo una política de gestos tendente a recuperar el alma del Partido Popular y que los votantes prófugos vuelvan. Mañana jueves, en la reunión del Comité Ejecutivo nacional del partido, deberá marcar las líneas maestras de su actuación futura y de la de sus barones y demás cabezas de las diferentes agrupaciones que tiene el partido por toda España.
A pesar de que seguramente hoy hará gestos para contentar a quienes no le han votado, u su rival Saénz de Santamaría, en la reunión que ambos mantendrán, no debería ceder en la nueva visión que se quiere dar al partido. Acceder a los postulados de los marianistas/sorayístas, significaría el principio del fin del Partido Popular.
Retos importantes los que debe abordar Pablo Casado si quiere que su partido vuelva al gobierno de este país. Además, de una manera rápida. Las elecciones están a la vuelta de la esquina, municipales, europeas, autonómicas y quien sabe, si generales dentro de unos meses.