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Llegada a la luna

  • Por José V. Ciordia, historiador

Tal día como hoy, un 21 de julio de 1969, se producía la llegada del hombre a la Luna.

Todo comenzaba el 16 de julio de 1969, cuando el cohete Saturno V, despegaba dirección a la Luna, Era la culminación de siete años de pruebas con el proyecto Apolo, un plan en el que habían participado 300.000 hombres y en el que se habían invertido 25.000 millones de dólares. Con este viaje se abría una nueva era de exploraciones espaciales y avances tecnológicos sin precedentes.

Esta nueva era para la humanidad comenzaba con el ensordecedor estruendo de los motores del cohete a propulsión Saturno V, que a las nueve y treinta y dos minutos de la mañana colocaban en órbita a la nave a una velocidad de 27.300 kilómetros por hora. El vuelo transcurrió con total precisión y el quinto día la nave entró en órbita lunar. Llegados a este punto, el módulo lunar -bautizado Águila- se separó del módulo de mando -llamado Columbia- y empezó el descenso hacia la superficie lunar. Finalmente, a las 4:18 de la tarde, Luis Amstrong comunicó a la Tierra su llegada: “Houston, aquí Mar de la Tranquilidad. El Águila ha alunizado”.

Seis horas después, Amstrong aparecía por la puerta del Águila, descendía a la superficie lunar y pronunciaba las célebres palabras: «Este es un pequeño paso para el hombre, pero es un gran salto para la humanidad.» Eran cientos de millones de seres humanos en todo el mundo los que tenían sus ojos puestos en aquel momento único, el momento en el que un hombre de treinta y ocho años, nacido en un pueblo de Ohio, dio el primer paso en una superficie estable fuera del planeta Tierra. Quince minutos después le siguió Edwin Aldrin y, mientras las cámaras de televisión se dedicaban a capturar todos los detalles de ese momento histórico, los astronautas izaron la bandera norteamericana, tomaron fotos, realizaron experimentos y recogieron muestras.

Una vez completados los experimentos, Amstrong y Aldrin subieron de nuevo a bordo del Águila y al día siguiente se puso en marcha el motor para el regreso, el momento más temido de toda la misión. El módulo lunar empezó a elevarse lentamente siendo seguido con enorme tensión en los paneles de control del Centro de Vuelo, aun así, el despegue fue muy tranquilo y después de siete minutos de ascenso se realizó la maniobra de entrada en órbita. Después de pasar por la cara oculta de la Luna, el módulo lunar alcanzó el módulo de mando, en el que les estaba esperando Mike Collins, quien se había encargado de mantener en órbita a la nave nodriza. El enganche entre el Columbia y el Águila se realizó con éxito después de veintisiete horas y cuarenta y ocho minutos de separación. Poco después, el módulo lunar «Águila» fue abandonado, yendo a estrellarse contra la superficie de la luna. El regreso a la Tierra no presentó ningún inconveniente y en la madrugada del día 24 de julio el portaviones Hornet los recogió del mar a 2.200 kilómetros al sudoeste de Hawai, en el océano Pacífico.

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