Las alabanzas que la presidenta del Gobierno de Navarra, la nacionalista vasca Ujué Barcos (Uxue Barkos), dedica a su acción de gobierno, son las propias de todo político que tiene que defender lo indefendible.
Bajo la óptica de tres palabras, convivir, construir y avanzar, se pretende positivizar una acción de gobierno nacionalista, ante una mayoría que no lo es.
Convivir no es fácil en municipios en los que el nacionalismo vasco tiene el poder; convivir no es fácil en aquellos lugares donde se prodigan los homenajes a terroristas; convivir no es fácil donde se quiere imponer un idioma, el «euskera» que es minoritario y se quiere convertir en mayoritario.
Construir no significa renegar y entorpecer obras públicas de vital importancia para el desarrollo de esta tierra, como el Tren de Alta Velocidad o el Canal de Navarra.
Avanzar no es posible cuando sólo se gobierna para una minoría o cuando, a través de la educación, se pretende manipular las conciencias.
Un balance, por tanto, alejado de la realidad. Una realidad que pide “a gritos” un cambio en las formas, en las maneras; algo, hoy por hoy, imposible. Pero ya se sabe, una mentira, de tanto repetirla, acaba provocando que quien la dice, acabe creyéndosela.