Tras la manifestación de este sábado en la que miles de simpatizantes del entorno radical vasco apoyaban a los atacantes y agresores de dos guardias civiles y sus parejas en Alsasua, la presidenta del Gobierno de Navarra declaraba que “cualquier persona con responsabilidades públicas” debe “responder”, si “la calle” muestra su opinión, ésta debe ser respetada, y, por tanto, los agresores de Alsasua, a la calle.
Haría bien, por tanto, la presidenta Barcos en “respetar, conocer y escuchar”, a los miles de personas, que hace un par de semanas se manifestaban contra la imposición del euskera y el año pasado, también en la calle, en defensa de la bandera de Navarra.
Pero he aquí, que esto no ha ocurrido, el principio de un trato justo e igualitario se ha roto. Se apoya a quienes se ponen contra la ley y se sojuzga a quienes piden su respeto.
Las elecciones son las que bien pudieran ser la piedra de toque a la hora de corregir comportamientos; comportamientos que prefieren a quienes son condenados, que a quienes son las víctimas.