La manifestación del próximo día 2 de junio en Pamplona va a ser un acto de protesta contra la política lingüística del gobierno nacionalista vasco de Navarra.
Un Gobierno que ha querido meter el “euskera, hasta en la sopa” y que quiere, con la excusa de que todos los ciudadanos deben de tener el derecho de expresarse en “euskera”, imponer, a quienes ni quieren, ni necesitan expresarse en “euskera”, dicho idioma.
La presidenta Barcos, el día que alcanzó el poder, tras un pacto “a lo frankenstein” de varios partidos políticos, presumió de que iba a ser la presidenta de todos los navarros. El gobierno nacionalista navarro gobierna sólo para los que aceptan sus imposiciones y para los que quieren imponer a los demás.
El idioma se ha convertido para el nacionalismo vasco en su seña de identidad. No puede entender el nacionalismo, porqué, tras casi 40 años de imposición, sólo una pequeñísima parte de la ciudadanía navarra habla el “euskera”, mientras que una inmensa mayoría no. Es su gran fracaso.
Habría que recordarle a la portavoz del Gobierno navarro que los ciudadanos tienen libertad para expresar sus ideas, aunque no gusten a un Gobierno obsesionado con aquello que consideran lo «identitario».