El arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, lamenta las consecuencias de llevar al extremo la liberación sexual ya que, defendida como «un impulso hacia la libertad» ha resultado ser «una esclavitud que nada tiene de libertaria».
Tras subrayar que la soberbia contamina al ser humano porque «lleva en su fardo todos los vicios», el arzobispo afirma en una «carta desde la esperanza», publicada en la revista «La verdad», que «la lujuria, la fornicación y el adulterio son manifestaciones que destruyen lo mas bello que hay en el ser humano».
«La sexualidad es un lenguaje que conviene aprender bien», dice, y advierte de que «lo peor que puede suceder es la banalización de la sexualidad como si de un juego se tratara y que en cada edad se utilice de forma distinta».
Para el arzobispo de Pamplona «es muy fácil dejarse llevar por los impulsos y la cultura imperante que promueve, de una forma depredadora, no vivir con madurez la sexualidad», pero la consecuencia es que así «se hace presente la promiscuidad que poco a poco deteriora a la persona» y que «está llevando a un aumento de conflictividad en la convivencia».
«Conviene recuperar la pureza de costumbres y la pureza de corazón», añade Francisco Pérez, y aboga por el «respeto a la persona» y por «orientar la sexualidad con la dignidad y pureza de vida y costumbres» para así llegar «a la castidad, que significa la integración lograda de la sexualidad en la persona y por ello en la unidad interior del hombre, en su ser corporal y espiritual».
Una tarea, apunta, «eminentemente personal» que sin embargo implica también «un esfuerzo cultural», pues el crecimiento de la persona y de la sociedad «están mutuamente condicionados». EFE