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Papá y mamá Estado no son los Reyes Magos

Papá y mamá Estado no son los Reyes Magos

Vivimos en una sociedad con una tendencia exagerada, y muchas veces absurda, de exigir al Estado la solución a todos nuestros problemas y de toda índole, como si nuestros gobernantes dispusieran de la lámpara de Aladino o controlaran una fuente inagotable de billetes de todos los tamaños y colores. Así y porque sí. Una sociedad inmadura, irresponsable y sin ética, estancada en los beneficios de la democracia como los derechos o privilegios, frente a las obligaciones, esfuerzos y sacrificios.  Y fruto de todo ello, nace una significativa vocación a la protesta y al pataleo, en detrimento de la propia superación.

A esta movida del siglo XXI también se han unido los señores y señoras investigadores o científicos, exigiendo del Estado una mayor inversión para sus proyectos. Lejos de convertirse en un modelo de referencia para esta sociedad española capaz de superarse en los momento menos buenos, se han situado detrás de la pancarta chillando y clamando contra papá o mamá Estado. La todopoderosa marca investigación les protege y fácilmente se autodefinen víctimas del sistema. En esta posición ventajista, justifican cualquier pobre actuación o escasa productividad. La culpa no es mía, sino del maestro que me suspende.

Dos son las quejas de estos investigadores que podemos leer últimamente: los recortes en ciencia desde que comenzó la crisis allá por el año 2009 y la difícil e interminable burocracia, pero ninguna autocrítica, ya sea respecto a los tratos de favor de unos pocos respecto a otros hasta la mala gestión del dinero público pasando por la mafia en las publicaciones. Todavía recuerdo cuando en el laboratorio llegaron numerosos equipos fruto de los fondos FEDER y cómo teníamos que inventar que lo utilizábamos cuando recibíamos inspecciones creando y firmando cuadrantes de uso del equipo. A ver si los señores científicos se creen que estamos en aquel periodo feliz de investigación donde hinchados de dinero, se invertía en equipos que ni utilizaban.

Al pataleo se une la desvergonzada politización de la investigación al expresar estas quejas. Me explico. Cuántas veces habremos leído publicaciones en diversos medios de comunicación amenazando que bajo la actual situación, científicos punteros dirigiendo importantes estudios sobre el cáncer o problemas cardiovasculares, irán a la calle y sus proyectos serán parados. Y lógicamente, rara es la persona que no conoce a algún familiar o amigo sufriendo estos problemas, así que el investigador se convierte en una especie Superman luchando contra el Estado o Lex Luthor. Politizar un tema tan delicado como la enfermedad para el bien de unos investigadores es cruel, muy cruel. Si usted, investigador o investigadora, no tiene hueco o proyecto o dinero para continuar con sus investigaciones, o no es capaz de sobrevivir y/o gestionar su grupo en estas condiciones, haga las maletas como hemos hecho muchos otros, y venga al extranjero, puede que encuentre algo que le interese igualmente. Pero no juegue con el dolor de muchos, porque probablemente usted o su grupo, ni se está acercando a la solución del problema, ya que si lo estuviera, una de las grandes farmacéuticas le estaría pagándole su proyecto. Deje de pedir dinero a papá y mamá Estado, y/o a donantes cegados por el dolor de una enfermedad, que no son los reyes magos y piense algo para que su grupo salga de esta crisis, que para eso se le paga, para que piense.

Por otro lado, puede ser buen momento para que este sector sea considerado y evaluado al mismo nivel que otros profesionales. El plagio cometido por el rector de la URJC o las irregularidades de la investigadora Susana González en sus estudios de enfermedades del corazón publicadas en las mejores revistas y cuyos co-autores no se han dado por enterados, son sólo la punta del iceberg. Guerras de poder, sueldos exagerados, pésimas gestiones… Es hora de quitarnos la boina de la cabeza, aceptando que tanto el nivel medio científico español como de gestión científica no son tan buenos como los que se encuentran fuera, y que estamos jugando en una liga menor. Esto no quiere decir que no tengamos algunos pocos científicos brillantes en esta segunda división. Pero eso, unos pocos. Menos de los que nos fuimos al extranjero huyendo del sistema actual que bebe todavía de Severo Ochoa y Margarita Salas.

Antonio Moreno Herrera,  doctor en Ciencias Químicas profesional en investigación científica

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