El llamado Estado del Bienestar tiene como uno de sus pilares básicos el acceso a la Educación universal, es decir, que todo el mundo sin distinción de edad, sexo o religión pueda y tenga el derecho a recibir una educación libre y gratuita – en sus niveles obligatorios-.
La llamada educación pública sería aquella que, sufragada con los impuestos de todos los ciudadanos, posibilitaría el acceso a la educación universal por parte de todos. Sus objetivos serían similares a los de la llamada educación privada, aunque ésta sufragada con fondos privados, generalmente, obtenidos de las familias o fundaciones que la sustentan.
Entremedio de ambas, la educación concertada, aquella que recibe fondos públicos para el pago de sus profesores y que se nutre de ingresos privados para el resto de sus actividades.
La libertad de Educación posibilita la libre elección de modelo y de centro educativo; sorprende, por tanto, que haya partidos políticos obsesionados solamente con la educación pública, mientras que el resto sufre de su ataque e indiferencia. Aquí en Navarra, el ataque suele ir dirigida hacia la concertada, que, hoy por hoy, tiene bajo su cargo a una parte importante de la comunidad educativa.
Este ataque suele aparecer, año tras año, cuando comienzan los periodos de matriculación escolar. Y este año no podía ser menos, a ello se une, además, que se registra un mayor incremento de matrícula en la educación concertada estos últimos años.
La reflexión surge, ¿En lugar de atacar, no sería mejor apoyar a todos los modelos educativos, puesto que son los garantes de la educación integral, sea cual sea su denominación? No parece que atacar sea una buena opción política; más bien, puede provocar todo lo contrario.
Lo que ocurre es que algunos se obsesionan ideológicamente con ello. Así les va.