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La vuelta a España sin pisar un museo

Cada vez son más los pequeños pueblos que, bien de la mano de aficionados o alcaldes dispuestos a poner en el mapa sus municipios, ofrecen las paredes de sus casas, sus frontones o sus fuentes como lienzos para grafiteros locales y foráneos, haciendo que el arte urbano se vuelva más rural.


La primavera supone el pistoletazo de salida para una serie de festivales de grafitis que nacieron en las grandes ciudades pero que ya se extienden por toda España y llegan a pueblos de apenas unos cientos de habitantes como Penelles, en Lleida, o Fanzara, en Castellón, permitiendo disfrutar del arte sin pisar un museo.

LOS PIONEROS

El festival Cantamañanas de la localidad Navarra de Huarte presume de ser el más longevo de este tipo y lleva desde 2004 incorporando obras a un itinerario turístico de 50 grafitis que ocupan una superficie de 3.000 metros cuadrados.

Una década cumple el proyecto de Las Meninas de Canido, surgido en 2008 en este barrio popular de Ferrol para reivindicar su revitalización. Artistas como Moncho Borrajo, Víctor Coyote o Antón Patiño han dejado unas 250 obras en las fachadas del barrio alto de Ferrol.

Una campaña publicitaria con vallas publicitarias en varias ciudades europeas invitando a Banksy a acudir a Ferrol, donde hay una pared reservada para el enigmático gurú del grafiti, supuso el espaldarazo definitivo a esta cita cultural que tuvo más de 35.000 visitantes en la última edición.

Una pintura de dos guardias civiles besándose ha aparecido estos días en la pared reservada para Banksy; aunque será difícil comprobar si el artista ha respondido a la invitación, de confirmarse sería su primer grafiti en España.

Otro de los decanos en los festivales de arte urbano es el DesordesCreativas de Ordes (A Coruña. 13.000 habitantes) que también nació en 2008 y por el que han pasado figuras del grafiti como Blu, Axel Void, INO, Bosoletti o Liquen que han dejado más de 50 obras en sus fachadas.

En la edición de 2016, el artista gallego Yoseba Mp pintó «A greleira de 50 pies», origen de una serie que homenajea a las abuelas de esta zona de Galicia, todas ellas modelos reales ataviadas con el típico mandilón a cuadros y pintadas cada una con un súperpoder, y que ha reproducido después en obras de hasta 15 metros que salpican las márgenes de la N-550.

EL MÁS PEQUEÑO

Si navarros y gallegos tienen los más antiguos, en la Comunidad Valenciana pueden presumir de tener el mayor número de festivales, entre ellos el más pequeño, el Museo Inacabado de Arte Urbano (MIAU) de Fanzara (Castellón. 272 habitantes) que se celebra desde 2014 y que surgió como manera de recuperar la buena convivencia entre los vecinos, gravemente afectada por un proyecto de vertedero y que dejó al municipio dividido entre partidarios y detractores.

Durante cuatro días se invita a los artistas a convivir con los vecinos del pueblo, en su mayoría gente mayor de entre 70 y 80 años; no se les paga y se alojan en sus casas y comen de su comida. Para la edición de este año hay inscritos 190 artistas de 25 países entre los que se hará una selección de 15 o 20.

La intervención se realiza en todo el pueblo y a esta convocatoria han respondido artistas como Gael, Ilia Mayer, Suso 33, Sixe Paredes o Taquen, Charlie Sutcliffe, Kelsey Montague, Milu Correch, Escif, Deih, Julieya Xlf, Hombrelópez o Susie Hammer.

COSAS DE CIUDAD

La ciudad de Barcelona tiene una larga tradición de arte urbano en la que destaca el Ùs Festival en Poblenou, y esa tendencia se ha extendido por toda Cataluña en municipios como Reus, con Llambordes desde 2017; Torrefarrera (Lleida. 4.630 habitantes), con el Street Art Festival, también desde el año pasado, y de forma muy destacada Penelles (Lleida. 474 habitantes) que está a punto de celebrar la tercera edición del Gargar Festival de Murales y Arte Rural.

En Madrid han sido iniciativas como Pinta Malasaña las que han llevado a interesarse por el arte urbano a pequeñas localidades como Fresnedillas de la Oliva (1.547 habitantes) cuyo ayuntamiento hizo una convocatoria a través del INEM para decorar sus casas abandonadas con escenas del pasado del pueblo, el que tiene una mayor proporción de inmigrantes de la Comunidad de Madrid.

PINTANDO PARA CONMEMORAR ACONTECIMIENTOS

Aunque la rehabilitación de espacios degradados y el reclamo turístico suelen estar detrás de estas iniciativas, el arte de los pinceles y los aerosoles está cada vez más presente en la conmemoración de eventos concretos.

Así, el Año Jubilar Lebaniego fue el motivo para la puesta en marcha en junio de 2017 del proyecto Way Art, una ruta de murales en veinte localidades cántabras, con obras de otros tantos artistas.

A principios de 2017 se descubrió en la localidad alcarreña de Driebes una ciudad romana, Caraca, lo que supuso una estupenda excusa para organizar Ruranos (de rurales y urbanos) un concurso de grafitis «de temática romana» que se celebró el pasado fin de semana y cuyo objetivo es fomentar el turismo y salvar un pueblo -actualmente cuenta con 352 habitantes- que se encuentra al borde de la despoblación.

PINTANDO PARA EMBELLECER LAS CALLES

Vitoria es la capital del grafiti vasco y la ciudad cuenta con un buen número de murales en fachadas y en cierres de garajes, además de dieciséis grandes murales en el casco medieval realizados por las llamadas «brigadas de las brochas», compuestas por artistas profesionales, estudiantes de Bellas Artes y vecinos de los inmuebles.

«CreaSoria» surgió con ánimo de implicar a los jóvenes en la identidad de la ciudad a través de iniciativas como «Exprímete y pinta» o «Versos Callejeros», un concurso en el que se seleccionan frases propuestas por los participantes que después se pintan en los muros y fachadas de Soria.

Murcia dispone incluso de una oficina municipal del grafiti cuyo objetivo es sustituir con murales artísticos las pintadas vandálicas y para ello puso en marcha en 2016 iniciativas como «12 meses, 12 muros».

Málaga, la conocida como «ciudad de los museos» ofreció dos lienzos gigantes para los consagrados Obey y D.Face, cuyas obras sirvieron de gancho para desarrollar programas como «Málaga más bella».

Pero si hay una ciudad andaluza con tradición en el arte urbano, esa es Estepona, también en Málaga, y su ruta de los murales iniciada en 2012 que cuenta con 53 obras, entre ellas el considerado mural artístico vertical de mayor superficie de España, que ocupa seis fachadas de un conjunto de edificios y casi mil metros cuadrados, así como el primer mural en braille del país, hecho con piezas cerámicas.

Algunos critican que estos eventos programados suponen la perdida de la frescura de lo clandestino y reivindicativo, elementos tradicionalmente asociados al arte del grafiti, aunque muchas de estas iniciativas mantienen ese carácter de denuncia social. EFE

Luis Sanz

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