El desbordamiento del Ebro deja inundado el Cruce de Cabanillas (Navarra)
Una y otra vez, cada vez que hay inundaciones y desbordamiento de los ríos navarros, los agricultores acaban “pagando el pato”. Sus cultivos se destruyen y su ganado se ahoga.
Las razones no son las inclemencias meteorológicas, sino la falta de previsión que, una y otra vez, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), organismo autónomo, adscrito al Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, tiene respecto de las crecidas que el Ebro, el río por excelencia de esta vertiente hidrográfica, sufre cada vez que el volumen de lluvias excede a lo que se considera habitual. Culpa también la tiene el Gobierno navarro, y otros muchos gobiernos autonómicos que son incapaces de preparar los lechos de los ríos para sufrir tales acometidas catastróficas.
El sector agrario hablaba, el día de ayer, y acusaba a los estamentos encargados de controlar, de prevenir, avenidas catastróficas de aguas, de dejadez y desidia, porque son ya muchas las veces que se ha pedido que se limpien los cauces de los ríos, porque son muchas las veces que se ha pedido que se limpie de vegetación los lechos de los ríos y, nunca, las administraciones han hecho nada o muy poco.
El sector primario es el gran olvidado en esta cuestión. No se le consulta ni tiene voz y voto en los organismos correspondientes. Se actúa a golpe de funcionariado y a golpe de decisiones políticas llevadas a cabo por, seguramente, quien no conoce la realidad del cada día y, por tanto, no sabe qué decisiones son las más adecuadas.
Pasará esta inundación, pero vendrán otras, y los problemas seguirán estando ahí.
Los políticos desconocen la realidad a la que representan. Así nos va.
