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Mujeres asesinas… ¿Por qué matan?

La venganza y los celos se abren paso entre los principales motivos que empujan a las mujeres asesinas a terminar con la vida del prójimo. Pero también hay motivos económicos y de poder, y hasta un pragmático quitar de en medio al que les estorba.

Lo único que les diferencia de los hombres es que suelen ser menos violentas. Las armas de fuego, por lo menos en España, no se llevan entre las mujeres asesinas, como tampoco, hoy en día, el veneno

La falta de escrúpulos las define, y también a los hombres. En esto no hay diferencia.

La falta de escrúpulos implica normalmente no tener ninguna empatía: cualquier interés está por encima de las normas morales y éticas de convivencia.

“Y cuando el asesinato se comete contra un ser indefenso, como el reciente caso del pequeño Gabriel en Almería, hay menos escrúpulos todavía”.

Quien así lo asevera, y de forma rotunda, es la presidenta de la Asociación Española de Psiquiatría Privada, Laura Ferrando Bundío.

Para entender cuales son las motivaciones que llevan a una mujer a cometer un asesinato y si sus métodos para  perpetrarlo difieren de los empleados por los hombres, EFEsalud ha entrevistado a esta psiquiatra.

También ha hablado con Manuel Marlasca periodista y coautor, junto a Luis Rendueles, del libro “Mujeres Letales”.

Marlasca dirige actualmente  “Expediente Marlasca- Historias de malos”, en La Sexta TV.

Escapan a la regla de la falta de escrúpulos las personas con demencia y aquellas que lo hacen en defensa propia. Este último supuesto, afirma la psiquiatra, no tiene nada que ver con matar fríamente.

Cuando hablamos de asesinos, explica Laura Ferrando, estamos hablando de personas antisociales, de personas psicópatas, “y pueden ser psicópatas igual los hombres que las mujeres, es un trastorno de la personalidad y lo pueden padecer ambos sexos”.

“Las mujeres asesinas probablemente impresionan más porque los hombres a veces consideramos que son digamos más impulsivos, que pasan antes a las acciones inmediatas”.

“Normalmente las mujeres nos defendemos más con el lenguaje, y pasar a la acción en una mujer no es tan frecuente, y por lo tanto sorprende más”.

Cuando las personas matan simplemente por interés, el que sea, esto indica que no tienen ningún escrúpulo, y “esto en psiquiatría -reitera- tiene que ver con los trastornos de personalidad antisocial o con la psicopatía”.

“Y puede ser una persona que sea encantadora, supersimpática, pero no tiene escrúpulos, y la psicopatía social a veces es muy difícil de detectar porque la persona tiene una capacidad de manipular el medio, de manejar muy bien la imagen que da”, señala.

La psicopatía, refiere la facultativa, es un trastorno muy peligroso.

El porcentaje de mujeres y hombres psicópatas “yo creo que debe ser parecido, y en las cárceles probablemente hay más hombres, porque dada su citada tendencia de pasar a la acción es más fácil que cometan más delitos de sangre”.

Manejo de las emociones: si hay diferencia

Y esto es así porque existe una diferencia entre hombres y mujeres a la hora de manejar los procesos emocionales.

En las mujeres los procesos emocionales “se activan en unas zonas más evolucionadas del cerebro, como es el giro cingulado o el cortex prefrontal”.

En los hombres, “se activan más las zonas menos evolucionadas, más primitivas, que tienden a acciones más inmediatas, como es la zona temporo-límbica del cerebro”.

Por ello los hombres en situaciones emocionales tienden más a la acción física, mientras que las mujeres tienden más a otro tipo de defensa más evolucionada, concluye.

Matar por pragmatismo.

También el periodista Manuel Marlasca opina que no suele haber distinción entre los hombres y las mujeres asesinas en cuanto a los motivos se refiere: “Al final suele ser por poder económico, social, o sobre alguien”.

“Los celos también son un motor poderoso a la hora del crimen y lo hemos visto recientemente con el caso de Gabriel. Al parecer la motivación de Ana Julia eran los celos”.

Pero más allá de las mujeres que padecen alguna enfermedad mental, como fue el caso de Noelia de Mingo -la médico que en 2003 mató a tres personas tras sufrir un brote psicótico-, hay mujeres que acaban con la vida del prójimo por puro pragmatismo.

Recuerda el periodista el caso de Mónica Juanatey, una mujer acusada de matar en 2008 a su hijo de nueve años cuando vivían en Menorca, “porque iba a tener una relación con un hombre que había conocido por internet” y su vástago le estorbaba.

Parecido fue el caso de Francisca Ballesteros , conocida como la envenenadora de Melilla, condenada por el envenenamiento de su esposo e hijos, entre 2003 y 2004, y el de su primogénita trece años antes .

El tribunal consideró probado que Francisca envenenó a su primera hija con Colme, un medicamento destinada al tratamiento del alcoholismo en adultos, y cuyo principio activo es la cianamida, y 14 años después, volvió a hacerlo con su marido y otros dos hijos, suministrándoselo en las comidas.

A estos además les añadía un medicamento para inducir el sueño (“Zolpidem”) y otro sedante (“Bromazepam”).

La historia nos cuenta que las mujeres asesinas eran grandes envenenadoras. El veneno era una de sus armas preferidas, pero este método ha quedado hoy un tanto desfasado.

En su opinión es algo del pasado, y  una de las principales razones “está en el difícil acceso que hay ahora a los venenos, ya no es como antes”.

También hay mujeres asesinas que han usado insulina, como Isabel Padilla quien fue considerada culpable de cinco delitos de parricidio por haber envenenado a su esposo y a dos hijos y haberlo intentado con otros dos familiares.

“Lo que hacía -recuerda el autor de “Mujeres Letales”-  era meterles insulina para provocar comas diabéticos”.

Detenida en 1991, la Audiencia Provincial de Murcia la condenó a 98 años de cárcel, pero un año después, el Supremo ordenó su ingreso en un psiquiátrico, al entender que no era consciente de sus actos. Isabel sufría síndrome de Münchhausen.

Mujeres asesinas: el poder de la venganza

Hay, a juicio del periodista, un motivo muy poderoso que es la venganza, “y el caso más terrible de nuestra historia criminal” es el de Paquita González que en 2002 mató a sus dos hijos pequeños.

Los estranguló con el cable de un cargador de móvil “por vengarse de su marido”.

Fue la versión femenina del caso de José Bretón, que en 2011 acabó con la vida de sus dos hijos pequeños para vengarse de su mujer.

En las diferentes clasificaciones que se han hecho a lo largo e la historia sobre las mujeres asesinas, figuran, entre otras, las llamadas viudas negras, aquellas que sistemáticamente asesinan a sus esposos o compañeros, y los ángeles de la muerte, que son las que ponen fin a la vida de las personas a las que cuidan o tienen a su cargo.

En España el último caso más conocido fue el de una auxiliar de enfermería,  acusada en 2017 de asesinar a una anciana con una inyección de aire en las venas en un hospital de Madrid.

A juicio de  Marlasca, en los ángeles de la muerte puede haber distintas motivaciones, desde la venganza a tener  “ese complejo de Dios de manejar y disponer de la vida y la muerte”.

Sean los motivos que sean , lo cierto es que las mujeres matan menos que los hombres, “nunca llegan a 200 las presas en España por asesinato” y su forma de actuar conlleva menos violencia que la de los hombres , y apenas utilizan armas de fuego.

Opina el periodista de La Sexta  que cuando tienen acceso a un arma es “porque ya estas rozando el mundo de la delincuencia y si no lo que hacen es acercarse al mundo del mercado negro y me remito al caso del asesinato de la presidenta de la Diputación de León Isabel Carrasco”.

Su asesina confesa Monserrat González, “compró el arma a un yonqui en Gijón”.

No hay que olvidar que también, y con más frecuencia de la que se cree, utilizan a terceros para perpetrar el crimen. EFE

Pilar González Moreno

 

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