Las selvas son los grandes ‘pulmones’ del planeta pero no los únicos. En el océano, los pastos marinos juegan un papel esencial en la captura de dióxido de carbono (CO2). Ahora, un estudio advierte de que su protección es determinante, no solo para combatir el cambio climático, sino para no acelerarlo aún más.
El trabajo, publicado hoy en Nature Climate Change, ha sido liderado por investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y de la Edith Cowan University (ECU), de Australia.
La vegetación de los humedales, como pastos marinos, manglares o salinas, ocupa solo cerca del 2 por ciento de la superficie de los fondos marinos de todo el mundo pero son responsables de la mitad de la transferencia de carbono a los sedimentos oceánicos.
Este carbono, llamado carbono orgánico o carbono azul, es el dióxido de carbono capturado y almacenado por estas plantas durante miles de años.
Para determinar mejor el valor de estos ecosistemas, hace cinco años, varios centros de investigación australianos pusieron en marcha el ‘Coastal Carbon Cluster‘, un proyecto liderado por el investigador español Carlos Duarte, que pretende calcular cuánto carbono orgánico almacenan los ecosistemas marinos de este país, donde se encuentra la bahía Shark Bay, Patrimonio de la Humanidad por su gran valor ambiental y ecológico.
De hecho, con sus 4.300 kilómetros cuadrados de pastos, Shark Bay es el ecosistema de praderas más grande del mundo y contiene el 1,3 por ciento de todo el carbono orgánico de los pastos marinos. “Es lo que llamamos un ‘hot spot‘ de secuestro de carbono”, explica a Efe Ariane Arias-Ortiz, primera autora del trabajo.
Y es que al igual que otras plantas, estos pastos marinos hacen la fotosíntesis y absorben y almacenan CO2. EFE