El Gobierno de España ahora quiere que quien quiera estudie en español en Cataluña. Por lo visto, el Gobierno del señor Rajoy se ha enterado, después de tantos años, que es imposible a día de hoy hacerlo, ya que la lengua vehicular es el catalán y el odio hacia todo lo que sea español es inherente al nacionalismo.
El Gobierno de este país debería recordar que él tiene una gran parte de culpa. Durante años se ha dejado al nacionalismo hacer y deshacer a su antojo. El nacionalismo sabe que eliminando la lengua de todos los españoles, tiene mucho ganado en su intención de ruptura con España. Y por eso pide que la lengua que él abandera se “normalice”, es decir, sustituya a la que, entonces, era la vehicular.
La situación catalana no es la primera. Vascos, gallegos, valencianos, mallorquines llevan años soportando la introducción de otra lengua diferente al español en su sociedad. Apenas nadie se ha opuesto a ello. Décadas después, hoy, se cometen barbaridades como las de multar a quien rotula su escaparate en español. Durante años los sucesivos gobiernos de este país han consentido la situación e incluso la han fomentado.
Cuando el daño está hecho, cuando las elecciones se aproximan, es cuando se reacciona y es, entonces, cuando ya es tarde.