Que la justicia, a veces, no camina por la misma senda que el resto de los mortales, se pudo comprobar ayer mismo. Dos decisiones, una de ámbito nacional y otra de ámbito local, resultaron, cuanto menos, inquietantes.
Que al señor Puigdemont se le deje hacer y deshacer a su antojo, a pesar de todo lo que sigue “maquinando”, es algo que asombra a la mayoría de los ciudadanos de este país. El ya famoso Juez Llanera prefiere no importunar a la Unión Europea que importunar a quienes le pagan su salario, los ciudadanos. ¿Por qué no se detiene ya a Puigdemont?
Aquí en Navarra, su Tribunal Superior de Justicia de Navarra desoye el clamor mayoritario de la ciudadanía navarra y no suspende cautelarmente un decreto del ‘euskera’, totalmente discriminatorio para la mayoría de la población navarra, aduciendo que no se han explicado suficientemente las razones para tal suspensión. ¿No hay razones? Una muy clara, la discriminación contra los que no saben ‘euskera’. Más claro, agua.
Está claro que los mil y un recovecos que tienen las leyes y su seguramente imprecisión a la hora de abordar temas clave, impide que haya, muchas veces, un mundo justo que sanciona los abusos y que permite que haya “pájaros” que vuelan más que los demás.