El estado autonómico está demostrando su debilidad ante el Gobierno central de España. Son innumerables las leyes autonómicas que son echadas para atrás por los tribunales del Estado.
La última, la ley balear que regulaba las corridas de toros en el archipielago balear por la que las corridas de toros solo podían realizarse sin que hubiera muerte del toro y sin que hubiera ni suerte de banderillas ni de picadores.
Aquí en Navarra, recuérdese la derogada Ley de símbolos que evitaba la presencia de la bandera vasca en los ayuntamientos y que, aunque ya no esté y el nacionalismo se las veía muy felices, la bandera vasca sigue sin poder colocarse, a riesgo de multas, porque las leyes nacionales siguen impidiéndolo.
Y así, muchas normas y leyes creadas por las autonomías españolas.
El autogobierno, por tanto, no es tan efectivo como se cuenta. Surge por tanto la pregunta, ¿sirven de algo las autonomías o la pretendida dosis de autogobierno, es en realidad una ilusión y nada más?
¿Sirve de algo tener una administración duplicada?
Preguntas de respuesta obvias y que el Estado de las autonomías no puede responder. Quizá sea el «adalid» que de cabida a la pretendida, acordada y ya inminente reforma constitucional para que vaya más allá de las autonomías.