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D. Jaime de Borbón y Parma, acepta el trono de España

  • Por José V. Ciordia, historiador

Tal día como hoy, un 4 de noviembre de 1909, D. Jaime de Borbón y Parma, bautizado como Jaime Pío Juan Carlos Bienvenido Sansón Pelayo Hermenegildo Recaredo Álvaro Fernando Gonzalo Alfonso María de los Dolores Enrique Luis Roberto Francisco Ramiro José Joaquín Isidro Leandro Miguel Gabriel Rafael Pedro Benito Felipe, (Vevey, 1870 – París, 1931),pretendiente a la corona de España y único hijo varón de Carlos de Borbón y de la princesa Margarita de Borbón-Parma, en un manifiesto firmado por él mismo, decía recoger la herencia de su padre y afirmaba que solo cuando España hubiese vencido al otro lado del Estrecho, entonces se estaba produciendo la Guerra de Melilla, se acordaría de «cumplir otros ineludibles deberes» que le imponía su nacimiento. Por tanto, se convertía en el heredero de la causa carlista tradicionalista iniciada en 1833 por su antecesor el infante Carlos María Isidro.

El fallecimiento de su padre le había convertido en el heredero natural del trono español. Tenía 39 años y ninguna relación con su progenitor, ya que su enemistad con la segunda esposa de su padre era manifiesta.  Años atrás, María Berta, que así se llamaba la segunda esposa de su padre, había levantado serias calumnias contra el príncipe Jaime para lograr con sus artimañas que don Carlos expulsara a su hijo de la residencia familiar el palacio Loredán. Jaime responsabilizaba a la aristócrata austriaca de su fracaso amoroso con la princesa Matilde de Baviera. Según su relato, fue ella quien nuevamente convenció a su esposo de que la princesa bávara tenía una pésima reputación y no convenía emparentarla con la familia. Carlos VII deshizo de inmediato el noviazgo. Nunca llegaría a contraer matrimonio, por lo que la línea dinástica carlista directa se extinguiría con él.

Militar de carrera formó parte del ejército imperial del zar Nicolas II, ganándose a pulso su fama de excelente soldado. Según versiones contrastadas, en la Batalla de Liaovang, en la guerra ruso- japonesa, D. Jaime permaneció tres días seguidos a caballo bajo el fuego enemigo; y en el sangriento combate de Vafangón el veterano general ruso Samsonóv, quiso obligarle a retirarse de un punto donde la metralla japonesa barría las filas rusas, diciéndole: «¡Capitán Borbón! ¡vuestra existencia no os pertenece, puede ser necesaria a España!», a lo que Don Jaime habría contestado: «¡General, si yo fuera cobarde no sería digno de mi Patria!», espoleando al caballo hasta llegar a las trincheras japonesas en medio de una lluvia de fuego. ​ Debido a sus méritos en esta guerra, fue ascendido a comandante de Caballería.

A la muerte de su padre, presentó la renuncia de su cargo en el Ejército ruso, pero ésta no fue aceptada por el Zar, que le concedió el nombramiento de coronel de húsares de la Guardia Imperial, aunque le autorizó para salir de Rusia.

Don Jaime murió en 1931 sin descendencia y la línea dinástica del carlismo recayó en el hermano menor de su padre, el infante Alfonso, que tomó el nombre de Alfonso Carlos I y que, al morir también sin descendencia en 1936, se convirtió en el último representante directo de la dinastía carlista.

 

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