Sería un error mayúsculo si el Gobierno de España para minimizar, no terminar, el conflicto con el independentismo cayera en el chantaje del diálogo que las fuerzas de izquierda están proponiendo. Ese diálogo solo podría desembocar en una reforma del Estado tan grande, que a este páis no lo iba a reconocer nadie.
La propuesta de estas fuerzas «tan amantes del dialógo», no sería otra que la transformación de la estructura política de España en un federalismo que haría saltar el concepto de la unidad indivisible de este país y donde aspectos como la Monarquía acabarían por desaparecer. Qué más querrían los nacionalismos que la actual estructura política de España desapareciera.
Pedro Sánchez, líder del Socialismo, pretende acercarse a estas propuestas «por la puerta de atrás». Quiere hacer de niño bueno, frente al niño malo Rajoy. Como diría el refrán, «a río revuelto ganancia de pescadores»: que Rajoy caiga para ponerse él.
La debilidad que, desde hace ya muchos meses, ha venido mostrando el gobierno de Rajoy ha traído estos lodos. Unos lodos, que se hacen cada día más grandes y que amenazan con extenderse a otras regiones de España, sobre todo, el País Vasco, donde ya los de Bildu, están hablando claramente de un mismo proceso para esa región.
O el gobierno corta ya de raíz lo que esta sucediendo, o la situación va a ser cada vez peor. Y eso Rajoy lo sabe.
