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Otegi, quienes matan son los tuyos

Otegi, quienes matan son los tuyos

Murió el etarra Kepa del Hoyo en la prisión de Badajoz, donde cumplía condena por asesinato y pertenencia a ETA. En esas salió a hablar Arnaldo Otegi, cabecilla de EH-Bildu, los proetarras, el brazo político de los terroristas, diciendo que “han matado a un abertzale a 750 km de su casa, y decimos que no es muerte natural porque no entendemos este desenlace fatal sin hablar de decenas de años de encarcelamiento, de dispersión, de malos tratos”, llamando “presos políticos vascos” a los etarras encarcelados a lo largo y ancho del territorio nacional.

El discurso proetarra siempre se ha presentado ante la sociedad como una batalla de opresores (el Estado español) contra oprimidos (ETA). De esa opresión vendría la persecución a la banda terrorista y la dispersión de presos, para mantenerlos lejos de sus familias, como si no hubieran hecho nada y se les persiguiera solo por su condición de independentistas. Nada más lejos de la realidad. La banda terrorista ETA es eso, una banda terrorista, asesina. Merecen y siguen mereciendo la dispersión y las cárceles más nauseabundas que haya. Tener con ellos la misma humanidad que tuvieron con sus víctimas, es decir, ninguna.
Habla Otegi de que no es una muerte natural. Habrá que recordarle que las muertes que no han sido naturales han sido los casi 900 asesinatos que perpetró su banda terrorista durante más de 50 años de actividad armada. Los que matan son tus amigos, Otegi. El “Estado español” solo hace cumplir la ley, como es lógico, ante la amenaza terrorista y responde con cárcel a los atentados y asesinatos de ETA. Aunque bien es cierto que a veces se han producido concesiones aberrantes, como la Doctrina Parot.
Un etarra en la cárcel no es un preso político, es un terrorista encarcelado. Al igual que Otegi tampoco fue un preso político, sino un tentáculo de la banda terrorista ETA encarcelado.
Y aunque ahora ETA no mate físicamente, su brazo político sigue matando en el País Vasco y Navarra, inoculando también sus raíces en Cataluña (véase la CUP). Matar en el sentido de destruir las instituciones para hacerse con el poder. Destruir la economía, con continuas intervenciones y centralizando en manos de unos pocos. Destruir la libertad en general: en las zonas donde los proetarras gobiernan ayuntamientos sigue habiendo miedo por culpa de las amenazas de éstos. Muchos concejales de PP y PSOE siguen llevando escoltas ya que siguen recibiendo amenazas como cartas con balas dibujadas o insultos de todo tipo cuando pasean por sus pueblos. ETA ya no mata físicamente, pero su brazo político sigue matando una convivencia pacífica y en armonía, la cual todavía no ha llegado a Euskadi, y declaraciones como la de Otegi en referencia a Kepa del Hoyo hacen visible un comportamiento de más división y distanciamiento con el resto de España.
Se olvida Otegi que los que matan son los suyos. Quienes tienen las armas todavía y no se han disuelto, son los suyos. Quienes siguen inoculando miedo allá por donde van son los suyos. Quienes tienen que disolverse, entregar todas las armas, pedir perdón a las víctimas y colaborar con la justicia, son los suyos. Así que menos victimismo por la muerte natural de un etarra, menos disfrazar los acontecimientos y más luchar por la libertad y democracia, pero de verdad, no la visión abertzale, que no es más que la continuación del terror y el miedo, pero, de momento, sin pistolas ni bombas. Me parece que pido demasiado.
 * Publicado en La Razón
David Muñoz Lagarejos, politólogo.
 

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