Era un secreto a voces que en la Federación española de Fútbol había manifiestas irregularidades tanto de gestión como económicas. Desde el Consejo Superior de Deportes, órgano eminentemente político, no se entendía como, elección tras elección, Ángel María Villar era elegido, una y otra vez, y más cuando sus irregularidades eran sobradamente conocidas. Irregularidades como las de beneficiar más a unas federaciones territoriales que a otras o no justificar los gastos –hacía ya unos meses que el ahora detenido tuvo que devolver 1,5 millones de euros, por no haber podido acreditar diferentes gastos-.
Y es que “el chiringuito” montado, presuntamente, por Villar y los suyos, alcanzaba proporciones épicas.
La sospechas habían comenzado hacia ya años, pero siempre acababan quedando sobreseídas por falta de pruebas. Pero, he aquí, que los contratos sobre la selección española pueden “cavar su tumba”, puesto que no parece que se haya podido acreditar porqué siempre los contratos eran adjudicados a la misma asesoría, que curiosamente, pertenecía al hijo del investigado.
La justicia parece que actúa contra la corrupción, una corrupción como se ve galopante en todos los ámbitos de la sociedad y que es el gobierno, del partido que también esta siendo investigado, quien tiene solucionar esta papeleta.
El gobierno tiene muchos frentes abiertos y se ve incapaz de solucionarlos. Corrupción, paro e independentismo atenazan a la sociedad española. Los ciudadanos esperan soluciones y hasta el momento solo ven buenas palabras, «pareces qué» y luego nada.