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Agradecimiento a Andrés Roca Rey

Agradecimiento a Andrés Roca Rey

Desde pequeña, me he preguntado muchas veces… ¿Qué es soñar?

¿Significa lograr? ¿Significa luchar? ¿Significa intentar? Mi nombre es Nerea Frommknecht y tengo 14 años. Desde los 11, me enamoré de la forma de torear de un torero y, desde los 13,  de su forma de ser. El pasado 13 de julio, tuve la gran suerte de conocer en persona a este figura y a partir de entonces, me juré a mí misma que haría lo imposible por seguirlo allá donde fuera posible. Muy a mi pesar, sufrió en Málaga un percance debido al cual este joven peruano se vio forzado a cortar su temporada. Aún así, no había día en el que no me acordase de él. Comenzó la temporada americana y desde la distancia, día a día le seguía. Cuando por fin, pude ver los carteles de mi feria, de mi plaza, de mi gente, me sentí la niña más feliz del mundo entero. ¡Mi torero iba a acudir dos tardes a torear aquí! Comenzaron los preparativos, pancarta, vídeos…¡Hasta un canal de Youtube! Y por fin llegó el momento, su gran tarde, nuestra gran tarde. Tras una espectacular faena ante el primer toro, la primera oreja. Rozó el filo de lo imposible ante el sexto toreando con el corazón. Al entrar a matar, y tras partirse la espada, fue cogido y pese a sus ganas, hubo que llevárselo a la enfermería. Fue intervenido de una cornada limpia, pero profunda en el muslo izquierdo. A partir de ahí, el mundo se me vino encima. Todo estaba planeado, nada podía salir mal…

Hasta pasadas las 10 de la noche permanecí en la plaza, a la espera de noticias. Tuve la oportunidad entonces, de conocer a personas maravillosas, que sin conocerme de nada, me transmitieron un cariño y apoyo incondicional. Cuando el maestro salió del quirófano y fue llevado a la ambulancia, levantó la mano, haciendo su símbolo, el de los cuernos de un toro. Así es, un toro; un animal fuerte, valiente y que lucha hasta el final. Fue triste la noche para mí, mi torero ya no iba a poder dirigir el tentadero, no iba a poder volver a torear dos días más tarde…Una lástima. Esta mañana, un fiel compañero del espada, pero sobre todo una admirable persona, habló con mi padre. El maestro se encontraba mejor, pero continuaba hospitalizado. No obstante, quería recibirnos en el hospital. En aquellos instantes en los que se me comentaba la noticia, mi corazón casi se para. Hemos tenido la oportunidad de acudir a su habitación y verle. Pese a que hacía menos de 24 horas desde que había sido corneado, nos ha recibido con una cálida sonrisa. No sé si para bien o para mal, las palabras no se atrevían a salir de mi boca. Impresiona ver el carácter de este joven, discreto y sencillo, pero a la vez  elegante; torero. Poder estar ahí no significaba​ para mí ver a un torero y charlar con él. Estar ahí, significaba que un joven de 20 años, herido por un toro, había querido que yo estuviese ahí con él, es decir, que una encantadora persona había querido hacerme feliz, y por fin enseñarme el significado de la palabra soñar. Soñar, señores y señoras, no es intentar que nuestros objetivos se cumplan. Significa luchar para lograr aquello que nos hace felices. Significa disfrutar del presente y aprender que, sin duda alguna, en los peores momentos, sean cuales sean las circunstancias, siempre va a haber algo positivo, algo o alguien que nos haga sonreír.

Gracias a todos cuantos habéis hecho posible esto.

Ánimo torero.

Nerea Frommknecht, cronista de ‘Crónica taurina chiqui 20017’ en navarrainformacion.es 

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