La organización terrorista ETA colmó el nivel de hartazgo de la sociedad vasca con el secuestro y asesinato del joven concejal vizcaíno del PP Miguel Ángel Blanco Garrido, que motivó cinco días de continuas movilizaciones y concentraciones espontáneas ante sedes de Herri Batasuna.
El secuestro y asesinato del joven corporativo de Ermua (Vizcaya) en julio de 1997 llegó tras dos años con largos secuestros (el del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, de 532 días, y los de los empresarios José María Aldaya y Cosme Delclaux que dieron lugar al «lazo azul» de Gesto por la Paz y concentraciones semanales para reclamar la libertad de los retenidos.
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Miguel Ángel Blanco, más que una víctima, que lo es, es un símbolo. Es el símbolo del principio del fin de ETA. Es el símbolo del cambio de tendencia de los pensamientos y dónde todo el mundo se posicionó claramente en: personas que apoyan el terrorismo, personas que lo condenan y luchan contra el y el de las que lo temían e intentaba evitar toda mención. Quien recuerde esos días, ¿quien no lloró por primera vez por una víctima?quien no se emocionó al ver a toda España saliendo a la calle y gritando «ASESINOS» . Por eso yo creo que es importante homenajearlo. Aquí veo una peligrosa tendencia, que es evitar y nunca relacionar con algo bueno, a una persona que sea el oponente político