Los tres años del reinado del último de los borbones español, Felipe VI, no pudieran calificarse de exitosos para la Monarquía española.
La escasa actividad internacional, fruto de los diferentes periodos electorales, que han obligado al Monarca a estar más pendiente de los problemas internos que de los externos; la cada vez mayor querencia de algunos partidos políticos a declararse republicanos y la tan temida república independiente catalana, han minado en la opinión pública española y son cada vez más las voces que se levantan para hablar de una III República española.
Su bisabuelo Alfonso XIII ya tuvo que lidiar con este problema. Problema que le obligó a marcharse de España, al verse incapaz de revertir la situación de la opinión pública. Algunos analistas políticos, como Nieves Ciprés, hablan ya del «Borbón» como el primer presidente de la República; el tiempo lo dirá. Recuérdese que el Rey Simeón de Bulgaria llegó a ser presidente de la república búlgara durante unos años.
El juancarlismo acabó como “el rosario de la aurora”, con una abdicación fruto de los errores cometidos. Su hijo Felipe VI tuvo que coger el timón de la Monarquía, e intenta, desde entonces, reconducir la situación, ante la “mala prensa ” creciente de la monarquía en este país.
Una Monarquía, por tanto, que debe reinventarse o morir. Iniciativas, buena imagen, transparencia, haciendo ver a los españoles lo bueno de este sistema político frente a otros de infausto recuerdo para este país.