Más de cien grabados de Goya, muchos de ellos nunca expuestos, son el mayo atractivo del nuevo Museo De Reede de Amberes, un centro dedicado únicamente a las artes gráficas que abre hoy sus puertas al público y cuya colección se completa con obras de Edvard Munch y Félicien Rops, entre otros artistas.
Se trata de un proyecto impulsado por el coleccionista holandés Harry Rutten, quien decidió ceder su colección a la Fundación belga De Reede y, posteriormente, comprar un edificio en Amberes, considerada capital flamenca de la vanguardia, para «contribuir a una sociedad en la que el arte alimente lo cotidiano y el bienestar mental».
En su colección figuran un total de 160 grabados de Goya, entre ellos una serie completa de «Los Caprichos», los primeros que realizó entre 1796 y 1799 centrados en «los vicios y los desaciertos humanos», según él mismo describía, con una técnica mixta de aguatinta y aguafuerte.
Una serie con una naturaleza crítica, en particular hacia la aristocracia y el clero, que obligó al pintor a retirarla del mercado -solo estuvo a la venta 14 días- por miedo a ser perseguida por la Inquisición, aunque posteriormente se realizaron varias reimpresiones.
Sus estampas retratan temas como la vanidad, el sexo, la mentira, la ignorancia y las costumbres de su época, y han influido a artistas de todas las épocas, entre ellos a Salvador Dalí, que los reinterpretó en su obra.
Según explicó Rutten a Efe, estos grabados son «una visión de la existencia» en los que «cada visitante tiene que encontrar su propio sentido».
Además de «Los Caprichos», a esta colección de grabados de Goya se suman 20 de los 22 «Disparates», serie también crítica hacia la sociedad y las costumbres de la época con una visión onírica, 30 de los 82 «Desastres de la guerra», centrados en la Guerra de la Independencia y de la que se imprimieron seis ediciones, y seis de su «Tauromaquia», retrato de las corridas de toros.
El alcalde de Amberes, Bart de Wever, dijo a Efe durante la presentación del museo que «Goya es el padre de las artes gráficas modernas», y describió la conexión con las litografías de Edvard Munch y Félicien Rops como «una experiencia muy enriquecedora».
El museo, gestionado exclusivamente por voluntarios y que pretende nutrirse de sus propios ingresos sin ninguna financiación pública, espera ahora completar su colección permanente con exposiciones temporales, de tres a cuatro al año, para darle «una dimensión internacional». EFE