Macondo es verde, marrón y naranja y en su aire flotan los pescaditos de oro de Aureliano Buendía, aunque también podrían ser lágrimas… Esa es la lectura que 50 años después de su publicación hace de «Cien años de soledad» una edición ilustrada en la que ha participado el hijo de García Márquez.
Realismo mágico, boom latinoamericano, volcán de imágenes…»Cien años de soledad» está vinculado a todas esas etiquetas desde su publicación hace, mañana, medio siglo, y sigue, gracias en parte a que es lectura obligada en muchos institutos, cosechando cada generación a nuevos lectores, fascinados por su cercanía, su magia y su apabullante y universal denuncia de la desigualdad.