Mariano Rajoy clausura el IX Congreso del PP de Gran Canaria
Puigdemont y su cuadrilla, “vaya panda”, dirían algunos, siguen en su escalada de operaciones; para hoy se tiene prevista una reunión entre algunos partidos del Parlamento autonómico catalán para establecer una posible fecha para celebrar el referéndum de la independencia y para acordar la pregunta a plantear en el mismo.
Ellos a lo suyo y el gobierno como diría Gila “a por uvas”. Si ayer Rajoy pedía que los ciudadanos de este país se implicaran en el proceso, no hay imaginación para pensar qué va a pedir el presidente del Gobierno mañana, porque o se toman las medidas preventivas suficientes o este proceso va a ser definitivamente imparable.
Que poder parecen tener los nacionalismos en este país. La ley electoral se ha dispuesto para ellos, para que saquen lo suficiente como para, en un momento determinado, apoyen al gobierno central. Legislatura tras legislatura el nacionalismo ha apoyado, por propia conveniencia, a los sucesivos gobiernos que ha tenido este país. Este fin de semana, Nueva Canarias anunciaba su voto positivo a los presupuestos, eso si, a cambio de importantes cantidades de dinero. Y Rajoy tan contento, ya parece que tiene lo que quería para seguir en el sillón.
Quizá, por ello, el Gobierno no aplica la norma constitucional. El día que la aplique será ya tarde, el nacionalismo ya habrá conseguido su separación de España. Y entonces valdrá el siguiente refrán, “el que espera desespera”. Aunque en este caso la desesperanza se torne esperanza.
