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El Gobierno de Navarra edita, a través de la Dirección General de Cultura, el libro El arte al servicio del esplendor de la liturgia. El bordado y los ornamentos sagrados en Navarra. Siglos XVI-XVIII de Alicia Andueza Pérez
Este trabajo constituye el núcleo principal de la tesis doctoral de la autora, en la que investiga el arte del bordado y los textiles antiguos de los siglos XVI al XVIII que se conservan en Navarra.
Como se recoge en la contraportada: “El arte del bordado y, en general, las artes textiles han sido una de las parcelas más inexploradas y menos conocidas de la historia del arte debido, entre otras causas, a una trasnochada concepción que consideraba las artes aplicadas o decorativas como menores y a la preferencia de la investigación hacia las llamadas artes mayores. En el caso de Navarra, la amplia documentación existente en sus archivos sobre los bordadores y sus obras, evidenciaba la necesidad de adentrarse en este desconocido campo del arte navarro”.
El estudio analiza la evolución y dimensión real que esta lujosa actividad tuvo en Navarra a lo largo de los siglos del Antiguo Régimen, donde los textiles han sido abundantísimos y de calidad excelente, como lo demuestran los inventarios eclesiásticos de tapices, colgaduras, reposteros, ornamentos de todo tipo, ajuares de imágenes marianas, frontales y doseles.
Pero, además, —como sostiene Ricardo Fernández en la presentación de la obra—, en los ámbitos cortesanos, como en la Pamplona del Antiguo Régimen como cabeza del reino y en las casas nobiliarias, los tapices coexistieron con las pinturas en diferentes zonas: “Colgadas de la pared, las telas eran una forma de aislamiento práctica, resistente y portátil, convirtiéndose en demostración de riqueza y medio potente de propaganda visual. Los interiores de catedrales, grandes monasterios, colegiatas e iglesias singulares contaron con distintas colecciones de colgaduras para las diversas festividades, de modo que entre las labores de sus carpinteros se consignan las de colgar y descolgar los interiores de aquellos templos a lo largo del año”.
Los textiles artísticos cumplieron una destacada función litúrgica y contribuyeron a la solemnidad y el lujo del culto divino. En este sentido, sorprende la gran variedad tipológica de las piezas: capas, mitras, casullas, dalmáticas, palios, colgaduras, mangas de cruces, estandartes, frontales de altar y paños de púlpitos, y todos ellos con los diferentes colores que marcan el devenir del año litúrgico.”
Hasta comienzos del s. XX se conservaron unos ricos tapices en las Agustinas Recoletas. Las colgaduras de las Clarisas de Estella, adquiridas en 1706, se subastaron en 1922. Algunos de aquellos conjuntos eran codiciados por su valor, y hay documentos que recogen, por ejemplo, en 1751, la compra de bordados por particulares en varias iglesias de Estella, Viana y Tarazona.
En el caso de Navarra hacía falta un estudio en su conjunto y, sobre todo, un inventario y catalogación de los bordados en aras de su conservación, tareas que acomete este trabajo.
Gracias a él también, a las piezas conocidas se han añadido otras muchas inéditas, fruto de las visitas in situ a parroquias, conventos y otras colecciones. Y por él se conocen además los talleres, las biografías de los bordadores, los mecenas y promotores, el proceso de realización y otros aspectos técnicos de este rico y cuantioso patrimonio de arte aplicada que había permanecido hasta ahora en el olvido.
La obra constituye el número 49 de la Colección Arte, y se vende a 21,00 €. Incluye un CD-ROM con un catálogo de las piezas más significativas del Renacimiento y Barroco.
