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La rosa de mayo

Mayo es conocido por ser el mes de las flores. Y este año va a ser el de la rosa del PSOE. No sabemos si se marchitará definitivamente, tal y como anhela Podemos, de ahí todos sus esfuerzos por minar a la formación socialdemócrata; o si brotará en esta seca y bochornosa primavera.

Los problemas de la formación de la rosa son numerosos, a los males que internacionalmente afectan a la socialdemócrata (y de los cuales habláremos otro día) y que no son pocos, se le añaden de entrada la falta de un líder. Este rompecabezas en la dirección del partido viene de lejos, es una marca de la casa. Ya en la II República las disputas entre Indalecio Prieto y Largo Caballero propiciaron que los comunistas y anarquistas despeñaran al legítimo bando republicano. Más recientemente desde el divorcio del binomio González-Guerra no ha habido manera de encontrar una figura que satisfaga a la militancia y al aparato, todos recordamos la grieta entre Almunia y Borrel. La solución de consenso de Zapatero y la providencia, con “smses” de por medio, de su presidencia del gobierno hibernó el problema. Las victorias producen un efecto balsámico. El dilema creció con el parche de Rubalcaba e implosionó con Sánchez y sus sucesivas derrotas electorales (hasta 11 con municipales y autonómicas).

En esta encrucijada hay tres candidatos: el defenestrado Sánchez que antepone su interés personal con su cerrazón de “no es no”, con una campaña de mareante cambio de opinión en función del momento (es muy difícil, combatir la posición ideológica de alguien que va modificándola continuamente), y sin pronunciarse ante la fea actitud de sus seguidores, que encandila a una parte de la militancia tanto como horroriza a la otra. Su principal contrincante es Díaz, que ha sabido lavarse el estigma de su designación dedocrática, por los supuestos responsables de uno de los mayores escándalos de corrupción de su partido, ganando las autonómicas. Aunque España no es Andalucía parece ser la candidata que gusta más a los electores no militantes, algo a tener en cuenta si se pretende ganar elecciones. El tercer hombre es López hábil superviviente de la vieja guardia, exlendakari gracias al apoyo del PP y como presidente del Congreso no dio la talla, que apela a la salvación del partido. Aunque bien pudiera ser la “liebre” de uno de los otros dos candidatos para desgastar al contrario. Al final los votos de unos 15.000 indecisos militantes serán los que inclinen la balanza del empate técnico de los avales.

El otro gran problema es la indefinición. El PSOE nunca se ha mojado en la definición de estado y en su justa y correcta financiación. Dice apostar por un estado federal, donde todos los territorios sean iguales pero luego habla de asimetrías y singularidades. La forma de tratar algunas “peculiaridades” autonómicas afecta sobremanera a la financiación del resto y del Estado en sí, provocando desequilibrios que producen frecuentes desencuentros entre unos y otros y que a veces llegan a afectar al principio de igualdad de los ciudadanos y a sus derechos educativos, sanitarios y sociales como a sus deberes fiscales.

Este problema surgió en el debate a la hora de definir nación, apelando a sentimientos y con el concepto de “nación de naciones culturales” alguno de los candidatos nos recordó a Gregorio Peces-Barba, socialista y padre de la Constitución, cuando dijo que puede haber unas «naciones culturales, que no son soberanas». «Son naciones culturales porque tienen una cultura diferenciada, además de participar de la cultura castellana, que es la cultura común de todos.» Nos olvidamos que los sentimientos no entienden de leyes, de ahí que algunos las quieran adecuar a los suyos, y el concepto nación, además de unas características culturales comunes, conlleva un componente jurídico.

El debate entre los tres aspirantes en un horario infame, ha dejado, como en todo debate que se da en nuestro país, que nadie explica claramente qué y cómo es lo que pretende hacer. En este hemos comprobado que el partido está no sólo descosido sino roto. El “ganador” tiene por delante una gran tarea de cirugía estética, de recomposición interna y aseo de imagen externa.

Para acabar citar a Bernard Cazeneuve, ex primer ministro de Hollande, «En política no es suficiente, prometer o decir. Hay que cumplir con la palabra. La política no puede reducirse a un ejercicio de seducción pura, ni a presentarse en las portadas de las revistas, ni a un discurso sin proyecto.» En definitiva, el verdadero problema del PSOE es el mismo, puede que en el congreso de junio se aclaren, si para entonces sus integrantes no se han matado o el juguete no se ha roto para desgracia tanto de los votantes como de nuestra democracia, ya que precisamos de una opción moderada de “izquierdas”, pese a que la dialéctica derechas – izquierdas, a estas alturas, se ha quedado obsoleta.

Jesús Bodegas, Ldo. en Biología, con experiencia en Producción y Seguridad Alimentaria

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