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Legado emocional: el testamento de lo que no dijiste en vida

Legado emocional: el testamento de lo que no dijiste en vida

Arantxa García Merino tiene 42 años y es productora ejecutiva de televisión. Hace dos años tuvo una experiencia muy cercana a la muerte. Su hija pequeña tenia entonces un año. Grabó varios mensajes por si fallecía. Era su legado emocional

“Aquella experiencia me hizo reflexionar y pensar que hubiera pasado si hubiera fallecido en ese momento.Se habrían quedado muchas cosas que me hubiera gustado transmitir, y de ahí el legado emocional”, explica a EFEsalud.

Las grabaciones que hizo entonces están a buen recaudo porque lo que cuenta es “muy íntimo y porque quiero que lo vean cuando yo ya no esté; son cosas importantes que deseo tengan en su memoria para siempre y si lo ven ahora con el paso del tiempo lo olvidarán”.

Su necesidad de aquel momento la impulsó a crear una empresa que brinda la posibilidad de grabar tu legado emocional, custodiarlo y finalmente entregarlo a los más allegados que se hayan indicado previamente.

Tras algo más de un año de rodaje tienen más de 250 legados emocionales de personas que están casi todas vivas. Sólo han muerto siete, porque la mayoría de la gente no está enferma ni tampoco, por edad, cercana a la muerte.

El perfil medio que les ha contactado es el de una mujer urbana, de entre 45 y 65 años, que siente la necesidad o responsabilidad de dejar un mensaje, pero también hay niños con dolencias graves, personas con principio de alzheimer, mensajes de amantes a su amada/o, y hasta quien no desea reconocer la paternidad de su hijo en vida, pero sí a su muerte.

De entre todas las historias, Arantxa, que es madre de cuatro hijos,  refiere la de un niño de 9 años enfermo de cáncer. Quería grabar un mensaje sin que intervinieran sus padres para tener la libertad de poder expresar el agobio que le provocaba la familia en su intento de apoyarle.

El menor estaba harto de que todo el mundo le dijera como tenía que sentirse, hacer y pensar, y lo que quería era poder expresar como estaba de verdad sin que nadie le regañara, ni le dijera que no fuera pesimista.

A Arantxa también le conmovió el caso de una mujer ingresada en cuidados paliativos por un cáncer terminal. Quería que la grabaran leyendo el cuento que todas las noches le relataba a su hija cuando se iba a la cama. Pero no le dio tiempo a dejar su legado emocional.

Hay otras personas que relatan cómo han sido sus vivencias y emociones. Se trata de madres o padres que quieren que sus hijos les conozcan más a fondo, fuera del rol de la paternidad, y gente con principio de alzheimer deseosa de que sus familiares les recuerden antes de que la enfermedad borre su identidad.

Legado emocional: el miedo a la muerte

La necesidad de dejar un legado emocional es muy antigua y está muy relacionada con el miedo a la muerte y con lo que pase después del fallecimiento, apunta el psicólogo Jorge López Vallejo, que ha identificado cuatro perfiles-tipo de personas que sienten este apremio: coherentes, paranoicos, obsesivos y melancólicos.

Los coherentes: son personas que quieren dejar un legado intelectual, un recuerdo de una experiencia vivida, o la narración de algún momento puntual que sirva de aliento a sus familiares para cuando ellos falten.

Los paranoicos: viven en un mundo cargado de irrealidad y necesitan dejar constancia de esa paranoia en la que viven, es una paranoia que les hace sentirse enojados por algún motivo y normalmente no son capaces de descargar el motivo en vida.

En su consulta han tenido casos de hijos que llegan angustiados porque uno de sus progenitores les ha legado un mensaje escrito o grabado sobre lo que sentía o pensaba en vida. La misiva les ocasiona frustración al considerar que no fueron capaces de verlo y porque nunca lo hubieran podido imaginar.

Y es impredecible porqué este tipo de progenitor “vive en una paranoia patológica sin base  de realidad, centrada en una experiencia de vida personal que nada tiene que ver con lo vivido por el resto de familiares que le rodean”.

“El problema es que convierten en esclavos de su decisión a sus hijos y durante mucho tiempo sus vástagos intentan entender el enigma de por qué sus padres dijeron lo que dijeron tras su muerte”.

Los obsesivos: son aquellos que quieren tenerlo todo dominado y desean seguir controlando hasta después de muertos.

Este es el grupo más grande, según López Vallejo que refiere el caso de una persona que dejó ordenes estrictas sobre como quería que fuera su funeral y entierro: todos de riguroso luto; prohibición absoluta de móviles, hora y manera exacta de su sepelio, tipo de flores y cómo y cuando depositarlas a lo largo del tiempo.

Los melancólicos: son personas que viven en la melancolía, la tristeza y la angustia. Su mensaje no tiene por qué ser desesperante, ni duro, sino que quieren que sus hijos no sufran lo que ellos han padecido durante una vida de melancolía continua con un matiz bastante victimista, pero consiguen justo lo contrario.

legado emocional

EFE/Juan Ferreras

Déficit de comunicación

En la necesidad de dejar tu legado emocional también se puede observar una carencia de comunicación. Así lo entiende la psicóloga Julia Vidal, para quien esta práctica testimonial refleja asimismo, y entre otros, la dificultad de expresión en vida.

“En general hay bastante déficit de comunicación, muchas personas tienen vergüenza de expresar lo que sienten, desde Amor, diciéndoles lo que les quieren, a Perdón, por algo de lo que se arrepienten. Lo evitan. Y en esta forma encuentran una buena oportunidad no solo para que reciban el mensaje, sino para el propio alivio de la persona con esa necesidad, porque lo está expresando ya, y puede quedar en cierto estado de “equilibrio” ya en ese momento”, señala.

Para Vidal es importante fomentar la comunicación: ” la expresión de afecto, de perdón es algo bueno para quien lo da y lo recibe. No aprender a hacerlo nos hace perder sus ´bondades´”.

“No afrontar los aprendizajes de la expresión emocional, o mantener la evitación por pudor, temor o vergüenza, no nos da la oportunidad de crecer en nuestra vida, si no de seguir manteniendo esos temores”, agrega. EFE

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