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«La guerra ha terminado»

  • Por José V. Ciordia, historiador

Tal día como hoy, un 1 de abril de 1939, terminaba la última de las guerras civiles que ha tenido España.

El último parte de guerra era firmado por el general Francisco Franco en un folio con el membrete del «Cuartel General del Generalísimo. Estado Mayor». Es un breve texto muy famoso en España que dice de forma literal lo siguiente:

“En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”.
El Generalísimo Franco
Burgos, 1 de abril de 1939.

Fue el único parte firmado por Franco, quien revisó minuciosamente su redacción e hizo varias correcciones. El texto definitivo fue llevado a toda prisa desde el burgalés Palacio de la Isla, sede del gobierno franquista durante la guerra, hasta el entonces estudio de Radio Nacional de España, en el cercano Paseo del Espolón. Fue leído a las 22:30 por el actor y locutor Fernando Fernández de Córdoba, con entonación y énfasis propios de la radiofonía de aquellos años. Y que al día siguiente los periódicos de la época publicaban en sus primeras páginas.

A partir de entonces, el primero de abril pasó a ser celebrado como Día de la victoria durante todo el franquismo.

De la palabra ” Parte». El parte de guerra, emitido radiofónicamente durante la Guerra Civil, fue sustituido por un informativo más convencional, aunque mantuvo durante los años de dictadura el mismo nombre. Durante el franquismo todas las radios privadas tenían la obligación de conectar con la radio pública española a la hora del informativo o, como se le designó, «parte». De ahí que las personas que vivieron el franquismo todavía hoy sigan llamando «el parte» a cualquier tipo de informativo, tanto radiofónico como televisado.

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Últimos días de la guerra. Tras la Batalla del Ebro, el ejército franquista -los nacionales- estaba preparado para comenzar la ofensiva de Cataluña, «que sería la última significativa de la guerra», en un momento en que tras los acuerdos de Munich, atacar Cataluña ya no implicaba el peligro de una reacción francesa («Francia y Gran Bretaña habían aceptado, al menos tácitamente, la continuación de la presencia italiana en España, y sólo deseaban el fin del conflicto. Por su parte, Franco había garantizado su neutralidad en caso de una guerra general»).

El ataque a Cataluña se retrasó a causa del mal tiempo y finalmente comenzó el 23 de Diciembre, avanzando desde el sur y desde el oeste, encontrando una fuerte resistencia durante las dos primeras semanas. Hacia el día 6 de enero, los restos del Ejército republicano del Ebro habían quedado casi completamente diezmados, mientras que el resto del ejército republicano se  batía en retirada.  Así pues, a partir de la primera semana de enero de 1939 el avance de las tropas «nacionales» será prácticamente imparable (gracias de nuevo a la mejor preparación de sus mandos intermedios -comandantes, tenientes-coroneles y coroneles-, a su superioridad artillera y aérea por la presencia permanente de la Legión Cóndor y de la aviación italiana y a que la flota sublevada bombardeaba los puertos impidiendo la llegada de material para las fuerzas republicanas). Los «nacionales» en su avance hacían cada vez mayor número de prisioneros. El 26 de enero los «nacionales» sin encontrar apenas resistencia entraban en Barcelona, abandonada por el gobierno y las autoridades militares que cruzaron la frontera francesa el 5 de febrero. Un día antes, el 4 de febrero, los «nacionales» habían ocupado Gerona.

Mientras las tropas republicanas cruzaban la frontera francesa, se producía la ocupación de Menorca, gracias al apoyo británico, el único  que se produjo en la Guerra de España. La intervención británica dio lugar a un acalorado debate en la Cámara de los Comunes durante el cual  la oposición laborista acusó al gobierno de haber comprometido al Reino Unido en favor de Franco. Al día siguiente el representante oficioso del general Franco en Londres, el Duque de Alba  hizo llegar al secretario del Foreign Office, Lord Halifax «la gratitud del Generalísmo y del gobierno nacional» por colaborar en «reconquistar Menorca»

El día 10 de febrero el entonces presidente de la República Juan Negrin regresa a Alicante en avión junto a alguno de sus ministros con la intención de reactivar la guerra en la zona centro-sur, el último reducto de la zona republicana. . Su posición fue prácticamente insostenible cuando el 27 de febrero,  Francia y Gran Bretaña reconocían al gobierno de Franco en Burgos como el gobierno legítimo de España. Al día siguiente el presidente de la República  Manuel Azaña que se encontraba en la embajada española en París renunciaba  a su cargo.

Mientas tanto estaba muy avanzada la conspiración militar y política contra el gobierno Negrín dirigida por el jefe del Ejército del Centro, el coronel Segismundo Casado, convencido de que «sería más fácil liquidar la guerra a través de un entendimiento entre militares» por lo que había entrado en contacto a través de la » quinta columna» con el Cuartel General del «Generalísimo» Franco para una rendición del ejército republicano «sin represalias» al modo del «abrazo de Vergara» de 1839. Algo a lo que los emisarios del general Franco nunca se comprometieron. Casado consiguió el apoyo de varios jefes militares, entre los que destacaba el anarquista Cipriano Mera, jefe del IV Cuerpo de Ejército, y de algunos políticos importantes, como el socialista Julian Besteiro, que también había mantenido contacto con los «quintacolumnistas» de Madrid.

El 5 de marzo comenzó el golpe de Casado,  apoderándose sus partidarios de los puntos neurálgicos de Madrid y anunciando a continuación la formación de un Consejo Nacional de Defensa presidido por el general Miaja. El Consejo emitió un manifiesto por radio dirigido a la «España antifascista» en el que se deponía al gobierno de Negrín, pero no hablaba para nada de las negociaciones de paz. Las unidades militares controladas por los comunistas opusieron resistencia en Madrid y sus alrededores pero fueron derrotados (hubo cerca de 2000 muertos). Al día siguiente Negrín y su gobierno, junto con los principales dirigentes comunistas, abandonaron España en avión para evitar ser apresados por los «casadistas».

Consumado el golpe de Casado, el general Franco se negó a aceptar un nuevo «abrazo de Vergara», como Mola también lo había rechazado en el primer día del golpe de 1936, y no concedió a Casado «ninguna de las garantías imploradas casi de rodillas por sus emisarios [que sólo se entrevistaron con miembros de baja graduación del Cuartel General], y contestó a británicos y franceses, deseosos de actuar como intermediarios en la rendición de la República para así contener la influencia alemana e italiana sobre el nuevo régimen, que no los necesitaba y que el espíritu de generosidad de los vencedores constituía la mejor garantía para los vencidos»

Franco únicamente aceptaba una «rendición sin condiciones» por lo que sólo restaba preparar la evacuación de Casado y el Consejo Nacional de Defensa. Estos embarcaron con sus familias el 29 de marzo en el destructor británico que los trasladó a Marsella. Un día antes las tropas «nacionales» hicieron su entrada en Madrid y rápidamente los sublevados en su ofensiva final ocuparon prácticamente sin lucha toda la zona centro-sur que había permanecido bajo la autoridad de la República durante toda la guerra (el  29 de marzo Cuenca, Albacete, Ciudad Real, Jaén, Almería y Murcia; el 30 de marzo, Valencia y Alicante, y el 31 de marzo, la ciudad de Cartagena.  En Alicante desde el día 29 de marzo unas 15.000 personas, entre jefes militares, políticos republicanos, combatientes y población civil que habían huido de Madrid y de otros lugares se apiñaban en el puerto a la espera de embarcar en algún barco británico o francés, pero la mayoría no lo lograron y fueron apresados por las tropas italianas de la División Littorio, al mando del general Gastone Gambara.

 

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1 Comentario

  1. Ángel Ciprés

    Como ahora están de moda los chistes… ahora va uno:

    Tras la Guerra Civil y la muerte de Franco. Pasábamos una cuadrilla por el Mausoleo del Generalísimo en Los Caídos y encontramos a uno intentando quitar la lápida con un destornillador y le dijimos:
    ¿Qué haces si está muerto?
    Sí ya lo se, pero es para quitarle los cataplines y ponérselos al Rey.

    Responder

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