- Por José V. Ciordia, historiador
Tal día como hoy, el 4 de febrero de 1945, comenzaba la llamada Conferencia que los «Tres Grandes”, celebraron en Yalta (Crimea – antigua URSS) del 4 al 11 de febrero de 1945, comenzando lo que posiblemente sería uno de los hechos diplomáticos más célebres del siglo XX. En dicha reunión, el presidente de los EEUU, Roosevelt, el primer ministro británico, Churchill, y el líder de la URSS, Stalin, prepararon un nuevo orden mundial ante la previsible derrota del Nazismo en la II guerra mundial.
Los acuerdos fueron polémicos y muy discutidos por la comunidad internacional puesto que ningún otro gobierno, aparte de los participantes, fue consultado o le fueron notificadas las decisiones tomadas allí.
Los acuerdos estipulaban que la Europa liberada, ya no necesitaba seguir en estado de guerra, permitiendo elecciones democráticas en todos los territorios liberados, que bajo el consejo aliado nacería un nuevo organismo que reemplazaría a la antigua Sociedad de Naciones, llamado de las Naciones Unidas (ONU); que la cuestión de los crímenes de guerra quedaba pospuesta; que el desarme, desmilitarización y partición de Alemania era vista por las tres potencias como un «requisito para la futura paz y seguridad» ( el país se dividiría en cuatro zonas, una para cada aliado y otra para Francia. Posteriormente, la división daría lugar a las dos Alemanias: una soviética y la otra producto de la unión de los otros tres territorios.); que cuales iban a ser las indemnizaciones, unos 20 mil millones de dólares, a pagar por Alemania por las «pérdidas que ha causado a las naciones aliadas en el curso de la guerra», o que se trasladaría a los alemanes de Polonia, Hungría y Checoslovaquía a Alemanía.
EEUU y Gran Bretaña obtuvieron lo máximo que daban las circunstancias, teniendo en cuenta que el ejército soviético se encontraba solo a 70 kilómetros de Berlín y que los propios americanos se retirarían de Europa en dos meses. Los tres salieron aún como aliados a pesar de las divergencias. Sin embargo, Roosevelt moriría antes de la última conferencia aliada en Potsdam y en la que Churchill ya no sería el primer ministro británico. Habían creado los mimbres de un mundo nuevo cuyo sistema duraría 49 años y cuyas consecuencias perviven aún hoy.
