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Adornos navideños: el Ayuntamiento de espaldas a los ciudadanos

Hoy quiero unir mi voz a la de tantos pamploneses que se han quejado de la forma en que el Ayuntamiento ha despachado los adornos de Navidad en la ciudad. Y digo adornos por llamarlos de algún modo, ya que ese engendro ni adorna, ni ilumina, ni ofrece ninguna pista de lo que celebramos la mayor parte de los europeos: el Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios.

Por razones que no vienen al caso, no había podido hasta ayer recorrer el centro de Pamplona después de anochecer. Y tengo que reconocer que no hubiera podido pensar en tal derroche de pobretería, escasez, mal gusto y desprecio a lo que significan estas fiestas. Las ¿luces? Apenas se hacen visibles, no hay ningún motivo navideño, ni siquiera una campana o una estrella: nada. Unos lazos, que no sé yo a quién pretenden enlazar, desde luego, a nadie con buen gusto y un mínimo conocimiento de nuestra historia y nuestras tradiciones.

Por suerte, en el recorrido pude comprobar que la mayor parte de los comercios ha adornado los escaparates con tradicionales Nacimientos, más o menos artísticos (algunos mucho); he visto las luces de algunas instituciones, asistenciales o empresariales, bonitas y adecuadas a la fecha; he visto colgaduras en muchos balcones … es decir, sólo los responsables municipales encargados de adornar la ciudad y quienes han autorizado el proyecto (también por llamarlo de algún modo) no se han enterado de qué va la fiesta.

Quizá sería bueno que, aprovechando los días que vivimos, todos ellos tomaran conciencia de que somos los ciudadanos de Pamplona quienes les estamos pagando el sueldo, no para que creen problemas donde no los había sino para que resuelvan las cuestiones normales, qué sé yo, el transporte público, el mantenimiento de los accesos para personas con limitaciones (que, por cierto, están bastante descuidados y necesitan un buen repaso), los servicios públicos en general. Y no dedicarse, en cambio, a la ofensa gratuita. Si no era esa su intención les ha salido bordado.

Releo lo que he escrito y me parece que demuestro el enfado que me ha provocado la visita de ayer. Pero son días para desear la paz, son días para compadecerse de quien no puede dejar de  lado su actitud sectaria. A todos ellos les deseo una vuelta a la cordura. Y para todos, que 2017 sea un año de paz y concordia, que se respeten las tradiciones y creencias de la mayor parte de la población, que no se utilice el dinero público para ofender. Que todos seamos un poco mejores ya desde hoy, sin esperar el nuevo año. Sería un buen regalo de los Reyes Magos.

Elvira Martínez Chacón, Profesora Emérita de la Universidad de Navarra, área de Economía y colaboradora de este periódico.

Carta anterior ¿Será verdad que hay que ser grosero o vulgar o zafio si se pretende triunfar en el ámbito de la política?

 

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